Fred y Rosemary West fueron responsables de una de las series de crímenes más impactantes en Reino Unido, atrayendo a mujeres vulnerables para asesinarlas. Entre 1973 y 1979 se comprobó que mataron a ocho mujeres: Lynda Gough, Carole Ann Cooper, Lucy Partington, Therese Siegenthaler, Shirley Hubbard, Juanita Mott, Shirley Anne Robinson y Alison Chambers, aunque se presume que las víctimas fueron muchas más. Rosemary también fue culpable de la muerte de su hijastra Charmaine en 1971, mientras Fred estaba en prisión.

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Años más tarde, la pareja asesinó a su hija Heather en 1987, su último crimen conocido. La joven había sufrido abusos junto a su hermana Mae y, tras confesar su situación a sus compañeros de escuela, fue atacada por sus padres. Fue enterrada bajo el patio de la casa mientras sus hermanos estaban en clases. Los nueve hijos del matrimonio también padecieron maltratos, registrando 31 ingresos hospitalarios en dos décadas sin que hubiera intervención de los servicios sociales.

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Fred fue arrestado en 1994, pero se suicidó en prisión en 1995 antes de enfrentar juicio. Rosemary, en cambio, fue condenada a cadena perpetua sin libertad condicional por diez asesinatos y aún cumple su condena en HM Prison New Hall. El caso recobró notoriedad gracias a la serie de Netflix Fred & Rose West: A British Horror Story, que presentó grabaciones inéditas y testimonios de sobrevivientes. Décadas después, su historia sigue causando escalofríos, siendo un recordatorio del impacto devastador de sus crímenes.