La exitosa serie Friends no solo reflejó situaciones ficticias cargadas de humor, amistad y amor, sino también vivencias personales de sus protagonistas que modificaron el rumbo de la historia. Tal fue el caso del embarazo de Lisa Kudrow, que los guionistas decidieron integrar a la narrativa de manera creativa: su personaje, Phoebe Buffay, se convirtió en madre sustituta de trillizos para su hermano, una idea tan disparatada como fiel a su personalidad en pantalla.

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Este giro inesperado surgió durante la cuarta temporada, cuando Kudrow esperaba a su hijo Julian. Para justificar el volumen de su vientre, se ideó que Phoebe llevaría tres bebés, lo que dio lugar a una de las tramas más memorables de la serie. Incluso, los trillizos siguieron apareciendo hasta la décima temporada, ampliando el universo de Phoebe y subrayando su carácter generoso y poco convencional.

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Por otro lado, Courteney Cox, quien daba vida a Monica Geller, enfrentó una situación opuesta. Cuando se embarazó en la última temporada, el guion ya había establecido que Monica no podía tener hijos biológicos, por lo que se optó por ocultar su embarazo mediante ropa amplia, planos estratégicos y accesorios. Cox vivió este momento de manera más privada, tras haber sufrido varios abortos, y dio a luz a su hija Coco poco después de concluir las grabaciones.

El contraste entre ambas historias expone cómo la vida real puede alterar e inspirar a la ficción. Mientras Kudrow integró su maternidad al argumento, su hijo incluso participó años más tarde en la reunión del elenco. En cambio, Cox vivió su embarazo fuera del guion, resguardada por técnicas de producción que evitaron modificar el desenlace de su personaje. Ambas experiencias revelan la complejidad de equilibrar lo personal con el mundo televisivo.