En 2004, NBC enfrentaba un cambio de ciclo ante el cierre de algunas de sus series más exitosas, incluyendo Friends, lo que la llevó a apostar por un nuevo proyecto que extendiera ese universo. Así nació Joey, un spin-off centrado en el entrañable personaje interpretado por Matt LeBlanc, que prometía continuar con el éxito de su predecesora. Sin embargo, desde su concepción, el programa enfrentó un contexto poco favorable y grandes expectativas que pronto jugaron en su contra.

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La historia seguía a Joey Tribbiani mudándose de Nueva York a Los Ángeles para seguir su carrera como actor, con nuevos personajes a su alrededor y sin la presencia de sus icónicos amigos. Aunque en papel parecía una continuación natural, en pantalla la falta de química del elenco y un tono narrativo distinto desconectaron rápidamente al público. A pesar de un estreno prometedor con más de 18 millones de espectadores, el interés cayó abruptamente en los siguientes episodios.

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La crítica tampoco fue indulgente. Incluso LeBlanc reconoció años después que el cambio en la personalidad de Joey —más serio y menos ingenuo— fue un error que rompió con el encanto del personaje. Tras dos temporadas y una audiencia en declive, el proyecto fue cancelado. El propio actor confesó que la experiencia lo afectó tanto que se alejó de la actuación por seis años, aunque no sin dejar una broma final: “Gané 30 millones de dólares, ojalá fracase así otra vez”.