Desde su irrupción como ídolo juvenil a los 15 años, Justin Bieber ha sido una figura constante en la cultura pop. Con su carisma, talento y enorme arrastre en redes sociales, el joven canadiense rápidamente se convirtió en un fenómeno global. Sin embargo, detrás de la imagen de éxito, su carrera también ha estado marcada por escándalos, decisiones polémicas y momentos de vulnerabilidad que casi lo alejan de los escenarios.

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Mientras millones cantaban “Baby” y sus pósters decoraban habitaciones en todo el mundo, Bieber enfrentaba batallas internas. El peso de la fama, su juventud y el aislamiento emocional lo llevaron a cometer errores que mancharon su reputación. Él mismo reconoció años después que pasó de ser “uno de los más amados a uno de los más odiados”, debido a sus actos impulsivos y controversiales.

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Entre las controversias más sonadas se encuentran una acusación de paternidad falsa, sus comentarios polémicos sobre el aborto y una visita a la Casa de Ana Frank donde escribió que le hubiera gustado que ella fuera su fan. En 2014, salieron a la luz videos de su adolescencia en los que contaba chistes racistas, por los cuales se disculpó públicamente. Ese mismo año fue arrestado por conducir bajo influencia de sustancias, acusado de vandalismo y de agredir a un chófer.

Bieber también reveló haber sufrido adicciones severas entre 2015 y 2019, etapa en la que incluso llegó a considerar el suicidio. Más recientemente, su comportamiento errático ha preocupado a su esposa, Hailey Bieber, quien estaría buscando ayuda profesional para él. Además, sus encontronazos con paparazzis y un antiguo desaire hacia Hailey por no salir en la portada de Vogue volvieron a colocarlo en el centro del escrutinio mediático.

A pesar de los altibajos, Justin Bieber ha intentado recomponer su vida personal y profesional. Su historia sigue siendo una montaña rusa emocional que refleja los peligros de la fama precoz y la presión constante del ojo público.