Durante la etapa de adolescencia, que comienza alrededor de las 10 semanas de edad y se prolonga por varios meses, los perros atraviesan transformaciones importantes tanto físicas como de comportamiento. En esta fase, el pelaje de cachorro da paso a uno más áspero y adulto, mientras que el perro puede mostrarse más rebelde, distraído y con una energía inagotable. Estos cambios responden a un desarrollo cerebral aún inmaduro en un cuerpo que ya se aproxima al de un adulto. Además, es frecuente observar un aumento de la agresividad, motivado por comportamientos territoriales o intentos de dominancia sobre sus cuidadores.

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La madurez sexual marca otro punto crucial. Los machos pueden empezar a marcar territorio con orina, saltar cercas en busca de hembras y mostrar actitudes agresivas hacia otros machos. Por su parte, las hembras también pueden volverse más territoriales y estar más receptivas ante otros perros. Durante este tiempo, también pueden aparecer miedos nuevos o intensificarse temores anteriores. Es esencial no forzar al perro a enfrentar sus miedos, pero tampoco reforzarlos con premios o caricias.

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Para sobrellevar esta etapa con éxito, es fundamental brindarle una guía constante y afectuosa. Espacios seguros, como áreas valladas para liberar energía, zonas delimitadas dentro del hogar para controlar el comportamiento destructivo y sesiones cortas de adiestramiento, pueden marcar una gran diferencia. La consistencia en las normas del hogar, junto con un tono amable y paciente, ayudará a que el perro adolescente se convierta en un adulto equilibrado y obediente.