Durante los días soleados, los pavimentos como el asfalto pueden alcanzar temperaturas peligrosas que no solo incomodan, sino que también provocan dolor, ampollas y quemaduras en las patas de los perros. Aunque sus almohadillas parezcan resistentes, la exposición prolongada al calor acumulado en las calles puede resultar tan perjudicial como si caminaras descalzo sobre una plancha caliente.

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Esto se debe a que materiales como el concreto y el asfalto retienen más calor que el aire ambiente, especialmente cuando están bajo luz solar directa, sin viento y con alta humedad. El césped, en cambio, resulta mucho más fresco y seguro. Para evitar accidentes, puedes aplicar la regla de los siete segundos: si al apoyar el dorso de tu mano en el pavimento no lo resistes por ese tiempo, tu perro tampoco debería caminar por ahí.

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Si tu mascota cojea, se queja o se muestra incómoda tras una caminata, revisa sus patas. Enrojecimiento, inflamación o ampollas son signos de quemaduras. En ese caso, enfría sus patas con agua corriente y acude al veterinario de inmediato. Para prevenir daños, pasea a tu perro en las horas más frescas del día, evita el sol del mediodía y opta por rutas con sombra o césped. Así, lo protegerás del riesgo térmico y del golpe de calor.