Las almohadillas de los perros son una parte fundamental de su anatomía. No solo les permiten caminar y correr con comodidad, también actúan como amortiguadores naturales que protegen huesos y articulaciones del impacto del suelo. Estas estructuras están formadas por una piel más gruesa y resistente gracias a la queratina, y debajo contienen una capa de grasa que ayuda a absorber impactos. Además, cumplen una función clave en la regulación térmica del animal, ya que es una de las pocas zonas por donde los perros sudan.

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Al estar en contacto constante con el suelo, las almohadillas están expuestas a múltiples riesgos: desde superficies abrasivas o calientes, hasta objetos punzantes y agentes alérgenos. Para mantenerlas sanas es importante revisarlas regularmente, controlar el crecimiento del pelo entre sus dedos, y recortar sus uñas para evitar posturas incorrectas al caminar. Acostumbrar al perro a diferentes tipos de terreno fortalece naturalmente esta zona. Además, el uso de botas protectoras puede ser útil ante lesiones, alergias o condiciones climáticas extremas.

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Durante el verano, el calor del pavimento puede causar quemaduras en las almohadillas, especialmente en cachorros con piel más delicada. Por ello, se recomienda evitar los paseos en horas de sol intenso y optar por áreas con sombra o césped. Si las almohadillas presentan heridas, sequedad o están en carne viva, se deben limpiar adecuadamente, aplicar cremas hidratantes como las de aloe vera o vaselina, y en algunos casos cubrir con gasas estériles. Ante inflamaciones, se debe considerar la posibilidad de una reacción alérgica o infección y consultar al veterinario para evitar complicaciones como la pododermatitis. Mantener las almohadillas en buen estado es clave para el bienestar y la movilidad de tu perro. ¿Has notado cambios en las almohadillas de tu mascota recientemente?