La «rivalidad» entre perros y gatos es un fenómeno cultural más que una realidad biológica. A lo largo de la historia, los humanos han atribuido características opuestas a estos animales domésticos, lo que ha contribuido a la percepción de una rivalidad entre ellos.

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Desde la antigüedad, los perros han sido vistos como leales compañeros de trabajo y guardianes, mientras que los gatos eran asociados con la independencia y la caza. Estas diferencias en roles han alimentado estereotipos que perduran hasta hoy.

En la cultura popular y en los medios de comunicación, se ha perpetuado la idea de que perros y gatos no pueden llevarse bien, lo que ha contribuido a la percepción de una rivalidad entre ellos. Sin embargo, muchos hogares demuestran que perros y gatos pueden convivir pacíficamente y, en algunos casos, incluso desarrollar vínculos afectivos.

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En realidad, la «rivalidad» entre perros y gatos suele ser más una cuestión de diferencias individuales, personalidades y la forma en que son socializados por sus dueños. Con el tiempo, la percepción cultural está cambiando hacia una mayor comprensión de que ambos animales pueden complementarse y enriquecer la vida doméstica de manera positiva.