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El secreto detrás de los bigotes de los gatos

Aunque parezcan simples pelos largos, los bigotes de los gatos cumplen funciones esenciales que van mucho más allá de lo estético. Están compuestos de queratina, como el resto del pelaje, pero son más gruesos y profundamente enraizados en la piel, con una rica red de nervios y vasos sanguíneos. Esta compleja estructura convierte a los bigotes —también llamados vibrisas— en sensores táctiles que permiten al gato orientarse, detectar objetos cercanos y captar cambios sutiles en el entorno.

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Los bigotes ayudan a los gatos de varias maneras: son clave en su capacidad para caer de pie, pues en sus extremos tienen receptores llamados propioceptores que envían información al cerebro sobre la posición del cuerpo. Además, compensan su visión limitada a corta distancia, actuando como antenas que perciben vibraciones y corrientes de aire. Su sensibilidad también protege los ojos de partículas flotantes, y funcionan como herramientas de medición que les indican si pueden pasar por espacios estrechos.

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Otro dato fascinante es que los bigotes también reflejan el estado emocional de tu gato. Si están relajados, el gato se siente tranquilo; si se aplanan o proyectan hacia adelante, pueden indicar miedo, agresividad o incluso dolor. La pérdida de bigotes puede ocurrir naturalmente, pero también por causas como estrés, infecciones o alergias. Por eso, jamás deben ser cortados ni arrancados. Estos extraordinarios sensores crecen de nuevo con el tiempo, pero su ausencia puede afectar seriamente la forma en que tu gato explora y se siente seguro en su entorno.