El estrés en gatos es una condición más común de lo que parece y puede manifestarse a través de cambios en su comportamiento. Investigaciones en etología veterinaria señalan que los síntomas incluyen conductas compulsivas como el exceso de acicalamiento, mayor agresividad, maullidos frecuentes, tendencia a esconderse, disminución del juego, cambios en el apetito y lenguaje corporal de miedo, como orejas hacia atrás o tensión en el cuerpo. Estos signos no deben pasarse por alto, pues reflejan un malestar que puede afectar la calidad de vida del felino.

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Entre las principales causas del estrés felino destacan los cambios en el ambiente, problemas de salud, falta de estimulación, conflictos con otros gatos o incluso con las personas del hogar. Factores como mudanzas, visitas frecuentes, ausencia de escondites o rutinas alteradas generan inseguridad en el animal. El estrés puede presentarse de forma aguda, es decir, pasajera, o convertirse en crónica, lo cual incrementa el riesgo de enfermedades debido a la baja en sus defensas.

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Los expertos recomiendan atender el problema de manera integral. Es fundamental descartar enfermedades mediante una revisión veterinaria, eliminar en lo posible la fuente de estrés y enriquecer el entorno del gato con rascadores, escondites, juguetes y lugares altos para que controle su espacio. Además, existen alternativas como el uso de feromonas sintéticas, música diseñada para gatos y, en casos específicos, tratamientos indicados por el veterinario. Con paciencia y atención, es posible ayudar al felino a recuperar la calma y prevenir complicaciones.