Gatos negros: entre mitos y supersticiones
Los gatos negros han sido asociados con la mala suerte desde hace siglos. Esta creencia se remonta a la época de los celtas, quienes afirmaban que estos felinos eran compañeros de las brujas, lo que los vinculó a la superstición y al temor de lo desconocido. Así, con el tiempo, se les empezó a relacionar con la magia oscura y lo sobrenatural, reforzando su reputación negativa en ciertas culturas.
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A pesar de esta fama, no existe ninguna base científica que sustente la idea de que los gatos negros traen mala suerte. De hecho, en distintas culturas, estos animales han sido considerados símbolos de buena fortuna y protección. En el antiguo Egipto, eran vistos como seres sagrados, asociados a la diosa Bastet, protectora del hogar y símbolo de fertilidad. Los egipcios respetaban profundamente a los gatos, al punto de que matar uno era un delito grave.
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En la Inglaterra victoriana, los gatos negros eran portadores de buena suerte para los novios recién casados, ya que se creía que su presencia aseguraba una vida de felicidad y prosperidad. En otras partes del mundo, como Japón, también se considera que tener un gato negro puede atraer la buena suerte. Estas variaciones culturales subrayan que la percepción sobre los gatos negros no es universal, y que muchas de las supersticiones sobre ellos son producto de la ignorancia o el miedo infundado.