Mantener una adecuada hidratación en los perros es fundamental para preservar su salud y bienestar. El agua no solo regula la temperatura corporal, sino que también facilita el transporte de nutrientes y la eliminación de toxinas. Cuando un perro no consume suficiente líquido, puede sufrir deshidratación, lo que conlleva consecuencias graves como debilidad, problemas digestivos o incluso complicaciones renales. Por eso, asegurarse de que siempre tenga acceso a agua limpia y fresca es una responsabilidad básica del cuidador.

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A diferencia de los humanos, los perros no sudan para enfriar su cuerpo. Su regulación térmica depende principalmente del jadeo, la transpiración a través de las patas y mecanismos internos como la vasodilatación. Esta limitación hace que su necesidad de agua sea aún más crítica, especialmente en climas cálidos o durante la actividad física. Además, los perros pierden líquido constantemente al respirar, orinar y defecar, lo que refuerza la importancia de una reposición continua de agua.

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Además de ayudar a regular la temperatura corporal, el agua cumple una función vital en la digestión. Una hidratación adecuada previene el estreñimiento y facilita el tránsito intestinal. También mantiene los riñones funcionando de forma óptima y reduce el riesgo de desarrollar infecciones urinarias o cálculos renales. En casos donde el perro no consume suficiente agua, es posible complementar su dieta con productos como Cistonina, siempre bajo supervisión veterinaria. Para fomentar su ingesta, puedes ofrecer agua saborizada con caldo sin sal, añadir líquido a su alimento o llevar agua durante los paseos. Reconocer señales como encías secas, letargo u orina concentrada te ayudará a detectar a tiempo si tu perro necesita más hidratación.