Abandonado el 12 de diciembre frente a la Basílica de Guadalupe, Hueso era apenas un cachorro sin rumbo, hasta que fue rescatado por el equipo de UNAMK9. Lo que parecía ser el comienzo de una vida triste se transformó en una historia de superación, amor y valentía. Su entrenamiento como rescatista no solo le dio un propósito, sino que lo convirtió en un símbolo de esperanza.

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Hueso no fue un héroe por nacimiento, sino por decisión. Participó en misiones de alto riesgo, localizando personas en momentos críticos y demostrando una fuerza que inspiró tanto a su equipo como a la sociedad. Su entrega y coraje lo elevaron como un referente dentro del mundo del rescate canino.

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Hoy se anuncia su fallecimiento. El equipo de UNAMK9 lo despide con profunda gratitud y respeto, rindiendo homenaje a un perro que se convirtió en leyenda. Su legado sigue vivo como ejemplo de lo que el compromiso, la empatía y una segunda oportunidad pueden lograr.