¿Los gatos siempre caen de pie? Mito y realidad
Se ha escuchado por años que los gatos siempre aterrizan de pie, una habilidad que parece casi mágica y que les permite sobrevivir a caídas desde grandes alturas. Esta capacidad se debe a un mecanismo innato llamado reflejo de enderezamiento, que permite a los gatos girar su cuerpo en el aire para caer sobre sus patas. Sin embargo, aunque la mayoría de las veces logran aterrizar así, no es una garantía absoluta, y la altura de la caída influye mucho en el resultado.
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Los gatos poseen un sistema de equilibrio muy especial gracias a su aparato vestibular ubicado en el oído interno, que les ayuda a orientarse rápidamente mientras caen. Además, su columna vertebral extremadamente flexible y la ausencia de clavícula facilitan que puedan girar y posicionar su cuerpo correctamente en segundos. Durante la caída, arquean la espalda, recogen las patas delanteras y extienden las traseras, lo que modifica su inercia y les permite rotar con gran rapidez. También son ligeros, lo que contribuye a reducir la velocidad del impacto.
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Un estudio veterinario realizado en Nueva York analizó a gatos que habían caído desde diferentes alturas y encontró que la mayoría sobrevivió, incluso cuando la caída fue de más de 30 pisos. Sorprendentemente, gatos que caían desde alturas mayores sufrían menos lesiones que los que caían de pisos más bajos, porque tenían más tiempo para enderezarse y adoptar una postura que aumentaba la resistencia al aire, similar a un paracaídas. Aun así, es fundamental proteger a los gatos de caídas, especialmente en edificios altos, y acudir al veterinario si se sospechan lesiones tras una caída.