A lo largo de la historia, los gatos han mantenido un vínculo especial con las mujeres, desde su adoración en culturas antiguas hasta la convivencia en hogares modernos. En el antiguo Egipto, por ejemplo, la diosa Bastet era representada con rasgos felinos, lo que reforzaba esta relación. Durante la Edad Media, las mujeres que tenían gatos fueron erróneamente asociadas con la brujería, lo que fortaleció aún más la conexión entre ambos.

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Diversos estudios sugieren que los gatos pueden sentirse más cómodos con las mujeres debido a factores como el tono de voz y la forma de comunicación. Las voces suaves y agudas, más comunes en mujeres, parecen captar mejor la atención de los felinos. Además, ellas tienden a hablarles con más frecuencia y con un tono cariñoso, lo que podría hacer que los gatos se sientan más seguros. Otro aspecto relevante es el contacto visual y el lenguaje corporal, ya que los gatos interpretan señales no verbales y responden mejor a gestos sutiles.

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Si bien hay evidencia que respalda esta teoría, cada gato es único y su relación con los humanos depende más de la calidad del vínculo que del género de la persona. La clave está en el respeto, el tiempo compartido y la confianza mutua, aspectos fundamentales para que un felino elija a su humano favorito, sin importar si es hombre o mujer.