La memoria felina es clave para que los gatos aprendan a adaptarse y vivir cómodamente. Mediante la observación y sus propias experiencias, seleccionan la información que consideran útil para reaccionar ante distintas situaciones de su entorno, desde encontrar comida hasta reconocer peligros.

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Desde cachorros, los gatos observan a su madre para adquirir habilidades básicas. Este proceso de aprendizaje se relaciona con las sensaciones que experimentan, ya sean agradables o negativas. Así, pueden asociar ciertos estímulos con la hora de comer o identificar a personas o animales que en el pasado intentaron dañarlos.

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Gracias a este sistema, el gato es capaz de recordar a su dueño y todos los momentos positivos que comparte con él, como el juego, el cariño y la alimentación. Sin embargo, su memoria es selectiva: si el aprendizaje no le aporta beneficios, es muy probable que esa información sea eliminada para siempre.