Implantar un microchip a tu mascota es una de las formas más efectivas de asegurar su identificación permanente. Este diminuto dispositivo, del tamaño de un grano de arroz, se coloca bajo la piel del animal y permite vincularlo con un número único, que puede ser leído por escáneres en clínicas veterinarias y refugios. Lo mejor de todo es que no requiere batería ni mantenimiento, y su presencia es prácticamente imperceptible para el animal y su dueño.

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Lamentablemente, uno de cada tres perros y gatos se pierde al menos una vez en su vida, y muchos de ellos nunca regresan a casa. Sin embargo, las estadísticas demuestran que tener un microchip registrado mejora considerablemente las probabilidades de reencuentro. Más del 50% de los perros y el 40% de los gatos con microchip logran volver con sus familias, en contraste con tasas ínfimas para aquellos sin él. Esta diferencia abismal demuestra por qué los microchips se consideran una herramienta clave por los profesionales del rescate animal.

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El proceso de implantación del microchip es rápido, seguro y comparable a una vacuna. Puede realizarse sin sedación durante una visita veterinaria común, y queda alojado entre los omóplatos del animal. No obstante, el verdadero valor del microchip depende del registro del número en una base de datos con los datos de contacto actualizados del dueño. Afortunadamente, existen opciones gratuitas para registrar esta información y mantenerla vigente. Recordar este paso esencial puede marcar la diferencia entre una pérdida sin retorno y un feliz reencuentro.