Las almohadillas son una parte vital en la anatomía de los perros, ya que actúan como amortiguadores, brindan estabilidad y ayudan a regular la temperatura corporal. Sin embargo, su exposición constante a superficies calientes, frías o abrasivas las hace vulnerables a heridas, quemaduras y resequedad. Mantenerlas en buen estado no solo previene dolor y molestias, sino que también asegura la movilidad y bienestar de tu mascota.

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Para evitar daños, es fundamental pasear a tu perro en horarios donde el suelo esté fresco, usar botas protectoras en climas extremos y mantener las almohadillas limpias para prevenir infecciones. Revisar sus patas con frecuencia puede ayudarte a detectar cortes, grietas o enrojecimiento a tiempo. Además, en épocas de calor, el asfalto puede alcanzar temperaturas capaces de causar quemaduras en minutos, por lo que es clave evitar las horas de mayor sol.

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Si las almohadillas se resecan, es recomendable aplicar productos específicos para perros, ya que las cremas humanas pueden ser tóxicas. Existen geles protectores con aloe vera que hidratan, reparan y forman una barrera contra el calor, frío y humedad. Un cuidado preventivo y constante no solo protegerá sus patas, sino que también evitará problemas como pododermatitis, hiperqueratosis o infecciones, manteniendo a tu perro activo y saludable.