Search for:

Tú serás… mi última mascota: Capítulo 3

Rafael Soto Baylón

“Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro”
– Lord Byron

En la primera parte dije que Clavel había estado conmigo doce años. En verdad no lo recuerdo bien, tal vez sean menos… lo que hoy escribo sucedió hace más de medio siglo.
Dicen que los perros son seres espirituales. Y dependiendo lo que se entienda por esa palabra, estoy de acuerdo. Afirman que nosotros no escogemos a nuestras mascotas sino que son ellas quienes nos señalan. Que son capaces de dar su vida si alguien de su familia humana está muy enferma. Que conocen el dolor de las personas, que lo sienten. Por ello cuando estamos tristes los perritos se acercan a consolarnos a su muy particular manera: con cariñosas lamidas. Y que presiente su muerte. Sabe cuándo van a morir y para no causarles dolor a sus seres queridos si les es posiblemente se van de casa, se esconden y en los más recónditos rincones o fallecen sin lágrimas, ni aullidos, ni ladridos. Sin nada que nos haga saber de su partida.

Con el Clavel sucedió lo que nunca pensé ocurriría. Uno de esos días, no apareció por la mañana. “Habrá salido a pasear” me explicaron. Tampoco a la hora de la comida, ni en la cena. “Andará tras una perrita” me dijeron. Al día siguiente ocurrió lo mismo. Su tierna mirada y su feliz expresión mañanera no me acompañaron en todo el día. Luego de un corto tiempo, lejos de casa, cuando yo exploraba un extremo del universo conocido, encontré lo que creí y creo que era su cuerpo.

También te puede interesar: Superando el duelo por una mascota

Prácticamente irreconocible solo busqué una pala para enterrarlo sin la seguridad de que haya sido él. Se fue sin decirme adiós, sin que viviera su agonía. Sin que me percatara de su enfermedad llamada vejez. Sin que me permitiera ver cómo sus ojos se cerraban y sin saber que me veía por última vez. Él sí supo porque con toda claridad entiendo que él supo cuándo retirarse de mí. Me observó, se despidió y estoy seguro que un día volveremos a vernos. Porque la gente sabia dice que cuando morimos nuestros mejores amigos están ahí, en el instante de nuestro final, para, como cuando me llevaba a la escuela, guiarme por los caminos de ese mundo que no conocemos y que Clavel y compañía ya conocen perfectamente bien.

También te puede interesar: Tú serás… mi última mascota: Capítulo 2

Después de Clavel hubo más perritos en mi vida. Casi todos se están preparando para recibirme, pero aún me quedan algunos.

Esta historia continuará…