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A sus 78 años, las manos de Don Gonzalo no conocen el descanso

Nota y fotos por Silver Juárez Arce

Bajo el sol de la mañana en la Plaza de Armas del centro histórico de Chihuahua, don Gonzalo Romero, un hombre de la tercera edad, continúa su rutina diaria vendiendo pulseras de la “buena suerte” a transeúntes y turistas.

A sus 78 años, este viudo y padre dedicado se ha convertido en un rostro emblemático de perseverancia en una ciudad donde la crisis económica aún golpea a los más vulnerables.

Trabajar para seguir comiendo: con una sonrisa amable y manos expertas, don Gonzalo exhibe pulseras tejidas con imágenes de San Benito, la Virgen de Guadalupe y San Juditas. “Cada santo tiene su propósito: San Benito protege de las envidias, la Virgen guía, y San Juditas es para los casos difíciles”, explica mientras ajusta una pulsera en su puesto improvisado.

Aunque recibe una pensión por parte del Gobierno federal, insiste en que “30 pesos por pulsera no alcanzan, pero hay que salir adelante”. La vida no ha sido fácil para él. Tras perder a su esposa después de 40 años de matrimonio, y sin una pensión suficiente, encontró en la venta de estos amuletos un sustento.

“Mis hijos me ayudan, pero los precios de todo están por las nubes. Si no trabajo, ¿cómo como?”, reflexiona con realismo.

Fe y resistencia ante la adversidad: Don Gonzalo atribuye su fortaleza a la fe y al apoyo de quienes buscan sus productos. “Hasta la familia puede ser envidiosa, pero aquí sigo”, comenta entre risas, mostrando una pulsera de San Benito al cual se le atribuye alejar las envidias.

Su historia resuena entre los locales, que no solo compran sus artículos, sino que valoran su tenacidad. Aunque la plaza bulle con visitantes, él prefiere mantenerse discreto: “Solo quiero vender en paz y honrar a mi esposa”.

Su mensaje es claro: “La vida sigue, aunque esté carajo”.