Bajo el sol de la mañana, un trabajador de Aseo Urbano inició su jornada de limpieza en los contenedores de basura de la Plaza de Armas. Con escoba en mano y cubetas llenas de agua mezclada con jabón y cloro, el empleado municipal se dedicó a lavar y desinfectar cada uno de los recipientes, una tarea rutinaria pero esencial para mantener la higiene en el corazón de la ciudad.

La Plaza de Armas, punto de encuentro para locales y turistas, alberga decenas de contenedores que, debido al constante flujo de personas, requieren atención diaria. La limpieza de estos contenedores es fundamental para evitar malos olores y la proliferación de bacterias. Es un trabajo que tiene que hacer bien, para que la gente pueda disfrutar de un espacio limpio.

Aunque la labor de los trabajadores de Aseo Urbano suele pasar desapercibida, es gracias a su esfuerzo que espacios públicos como la Plaza de Armas mantienen condiciones adecuadas para la convivencia.

Mientras tanto, la labor continúa. Con movimientos ágiles y precisos, el trabajador vacía el agua sucia, enjuaga los contenedores y los deja listos para seguir cumpliendo su función. Su trabajo, silencioso pero indispensable, es un recordatorio de que el orden y la limpieza de la ciudad dependen, en gran medida, de quienes día a día se esfuerzan por mantenerla en condiciones óptimas.