Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

En el campamento improvisado de migrantes ubicado en el Boulevard Juan Pablo II y calle 57, nos encontramos con Don Adolfo, un nicaragüense en busca de trabajo para poder continuar su camino.

Sé hacer albañilería, electricidad, pisos y trabajos con tabla roca, nos comentó al preguntarle sobre sus oficios. Ayer mismo, un empleador estuvo a punto de contratarlo para mover un contenedor de cerámica.

Don Adolfo afirma estar dispuesto a cobrar precios accesibles por su mano de obra. «Por un trabajo de dos y medio por cuatro metros es conforme al tiempo», aseguró al ser cuestionado sobre sus tarifas para instalar cerámica.

En un intento por facilitar su contratación, el migrante nicaragüense compartió un número telefónico: 614 23 22, para que eventuales empleadores de Chihuahua puedan ubicarlo en el tramo del campamento frente a la tienda Oxxo y las industrias aledañas.

La desesperada situación de Don Adolfo refleja la de cientos de migrantes varados en esta ciudad fronteriza, en su travesía hacia Estados Unidos en busca de una vida mejor. Lejos han quedado sus seres queridos, como los ocho hijos que tuvo que dejar en Nicaragua, Costa Rica y Bogotá.

«Venimos llegando, no tenemos mucho de estar aquí», nos comentó otra migrante nicaragüense, María Enriqueta, quien viaja con Don Adolfo y espera que pronto puedan reanudar su camino hacia el norte.

Las historias de estos migrantes permiten vislumbrar las enormes adversidades que enfrentan al tener que separarse de sus familias, sobrevivir en precarias condiciones y depender de eventuales empleos temporales en las ciudades por las que transitan.

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