Reportaje por Silver Juárez Arce

Hace 53 años una familia de hortelanos cultiva legumbres en una parcela ubicada en la colonia Palestina, aprovechando la zona para desarrollar una economía familiar de la cual se sustentan.

Se trata de las pocas áreas agrícolas que quedan dentro de la mancha urbana que se ha «comido» a las zonas ejidales que fueron boyantes en antaño.

Aquí, en esta parcela con olor a cilantro y cebolla ubicada muy cerca de la carretera Palestina-Aldama está Don Juan Bustillos quien junto con sus nietos y algunos sobrinos acaban de levantar la cosecha de una serie de legumbres que produjeron parte del 2022 y este año.

Como todo buen agricultor Don Juan y su familia se levanta temprano para estar muy puntuales a las 8:00 de la mañana en esta parcela rodeada de ruido estridente y smog.

Apaciblemente el líder de la familia quien dijo tener 83 años de edad, separa las cebollas de rabo del cilantro y arma los manojos para tenerlos listos para la venta en el mercado.

En este terreno se cultiva de todo, desde espinaca hasta betabel, hortalizas que son muy consumidas por los ciudadanos.

«Iniciamos con este tipo de actividad desde el año 1969 -dijo- imagínese usted cuantos años hemos pasado ya».

Es entonces que hace 53 años ininterrumpidos que la familia Bustillos se dedica a la siembre de legumbres siendo este su negocio familiar el que tiene altas y bajas como todo, ya que en ocasiones los precios de venta son bajos.

Palestina al igual que la Concordia fueron en antaño las áreas más productivas de productos agrícolas, que lograban surtir a la ciudad de hortalizas y otros productos perecederos que son muy consumidos por las familias chihuhuenses.

Fue en la década de los años 80 que por disposición federal dejaron de utilizarse aguas residuales para el riego de estas hortalizas, debido a que la Ley de Salud y las Normas Oficiales determinaban un riesgo para la salud de la gente el consumo de alimentos regados con aguas negras.

Así que algunos productores dejaron de sembrar y otros decidieron conectarse a la red de agua potable para continuar con la producción de legumbres.

Estas áreas fueron ejidos desde principios del siglo XX, pero debido al crecimiento de la ciudad la mancha urbana «se comió» estos terrenos ejidales y gran parte de ellos están ahora ocupados por fraccionamientos y otras edificaciones modernas.

Don Juan dice que en su terrenito, sigue la producción hasta el día que Dios lo decida.

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