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Desde Cusárare hasta el Centro de la Ciudad: Bastones con Alma Rarámuri Tallados a Mano en Fresno

Nota y fotos por: Silver Juárez Arce

En el centro de la ciudad de chihuahua, donde el bullicio urbano se mezcla con el aroma a madera recién tallada, un hombre rarámuri transforma simples trozos de fresno en obras de arte. Julián González, originario de la comunidad de Cusarare, cerca de Creel, está sentado bajo una carpa blanca, sus manos hábiles dando vida a un bastón con la forma de un conejo. Con una navaja en mano, tallando con precisión y cuidado, cada movimiento es un testimonio de su maestría.

Cada golpe de su navaja es un latido, un ritmo ancestral que se pierde en el tiempo. Los bastones, tallados con esmero, son testimonio de horas de trabajo y de una historia que se remonta a generaciones. Julián, con una sonrisa tímida, explica que cada pieza es única, tallada a mano con la paciencia y el amor que solo la sierra puede inspirar.

El fresno, un árbol abundante en la sierra, es el material predilecto de Julián. Con un precio de 150 pesos por bastón, su trabajo es un recordatorio de que el arte no tiene precio. Cada pieza es un pedazo de la sierra, un trozo de tradición que resiste el paso del tiempo.

Julián González es solo uno de los muchos artesanos que han traído un pedazo de la sierra a la ciudad. Su trabajo, como el de las mujeres de “Mano de Mujer”, es un testimonio de que la tradición sigue viva, latente en cada pieza, en cada historia tallada en madera. En el centro de Chihuahua, el arte rarámuri encuentra un espacio para brillar, para ser admirado, para ser valorado.