Eduardo y su Dulce Oficio: Vendedor de Dulces Típicos Convive con Abejas en el Centro de la Ciudad
Redacción y fotografía: Silver Juárez
En la esquina de las calles Cuarta y Libertad, se encuentra Eduardo, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a la venta de dulces típicos mexicanos. Pero su trabajo no solo se trata de ofrecer dulces tradicionales; hay un elemento particular que lo hace aún más interesante: su convivencia diaria con cientos de abejas.
Abejas: Compañeras Inesperadas
A simple vista, el puesto de Eduardo podría parecer como cualquier otro en la ciudad, con una colorida variedad de dulces tradicionales a la venta. Sin embargo, es imposible no notar a las numerosas abejas que revolotean alrededor de su mercancía. Según Eduardo, estas abejas llegaron solas, sin que él las trajera, y se han convertido en una presencia constante en su espacio de trabajo. “No son mías, ellas simplemente llegan aquí”, comenta con una sonrisa.




Una Relación de Respeto
Eduardo ha aprendido a convivir con estas abejas y asegura que, si uno no las molesta, no hay razón para preocuparse. “Si uno no las molesta, no lo pican”, afirma con tranquilidad. No obstante, reconoce que en ocasiones ha sido picado, aunque esto no le inquieta demasiado. “Sí me han picado algunas veces, pero no duelen mucho y he escuchado que hasta son curativas”, dice, restándole importancia al dolor.
La Pasión por los Dulces Típicos
A pesar de la presencia de sus pequeñas compañeras aladas, Eduardo sigue comprometido con su labor de ofrecer dulces típicos a los transeúntes. Su puesto es un tesoro de sabores tradicionales, desde cocadas y palanquetas hasta alegrias y mazapanes. “Este es un trabajo que hago con mucho cariño”, menciona, mientras atiende a un cliente que busca un antojito dulce.
Un Personaje del Centro
Eduardo se ha convertido en una figura conocida en la zona, no solo por la calidad de sus dulces, sino también por su peculiar relación con las abejas. A lo largo del día, los clientes se acercan no solo a comprar dulces, sino también a observar la curiosa armonía que existe entre el vendedor y sus inesperadas compañeras.
Para quienes pasean por las calles Cuarta y Libertad, una visita al puesto de Eduardo ofrece no solo la oportunidad de disfrutar de los sabores tradicionales de México, sino también de presenciar un ejemplo de respeto y convivencia con la naturaleza en pleno centro urbano.