Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

A un día de celebrar el Día del Padre, la ciudad de Chihuahua muestra un panorama diferente al que se observa en el Día de la Madre. Los panteones lucen vacíos, sin la presencia de familias visitando las tumbas de sus padres fallecidos, a diferencia de lo que ocurre un día antes del 10 de mayo, cuando los camposantos se llenan de personas rindiendo homenaje a sus madres.

Los mariachis, que en el Día de la Madre llenan las calles con serenatas, hoy guardan silencio. Los restaurantes, que el 10 de mayo reciben una gran afluencia de comensales, no parecen tener la misma demanda en esta ocasión.

Esta diferencia en la celebración de ambas fechas plantea interrogantes sobre el valor que se le da a la figura paterna en comparación con la materna. Mientras que en el Día de la Madre abundan los regalos, las comidas especiales e incluso el dinero para que ellas se compren lo que deseen, el Día del Padre parece pasar con menos pompa y circunstancia.

Aunque se espera que mañana, en el día oficial de la celebración, más personas acudan a los panteones y restaurantes para homenajear a sus padres, la diferencia en la magnitud de ambas fechas es notoria. Las razones detrás de esta disparidad son difíciles de determinar, pero invitan a reflexionar sobre la importancia que se le da a la figura paterna en nuestra sociedad.

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