El sol como nuevo socio comercial
Crónica y Fotografía por: Silver Juárez
A media mañana, cuando el sol comienza a pintar de oro las fachadas coloniales del Centro Histórico, algo más que la luz se filtra entre los tejados: una transformación silenciosa, pero contundente. Las celdas solares, antes vistas como lujo futurista, ahora se multiplican como testigos de una nueva lógica empresarial.
En la calle Libertad, sobre una panadería tradicional, los paneles solares brillan discretamente. No hay anuncio, ni ceremonia. Solo el lenguaje claro de los techos: aquí se está apostando por el ahorro, por la autonomía, por una energía que no depende de tarifas que suben sin previo aviso.
Las imágenes no mienten. Desde la esquina de Victoria hasta la plaza de armas, se cuentan ya varias empresas que han migrado a la energía solar. Restaurantes, papelerías, talleres tabalarteros… negocios de todos tamaños que decidieron que el sol no solo calienta, también economiza.
Pero no todo es cálculo. “Hay quienes apuestan por la naturaleza sin renunciar al negocio, demostrando que es posible emprender sin destruir lo que aún nos queda.”
Este cambio, aunque silencioso, es profundo. No es solo una estrategia económica: es una postura frente a un modelo energético que por años ha dejado a los pequeños comerciantes en la cuerda floja.
En el Centro Histórico, donde la memoria se escribe en cantera y adoquín, ahora también se escribe en silicio. Y el sol, que siempre estuvo ahí, se convierte en aliado.







