Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

Un manto de cenizas y escombros cubre este sábado 18 de enero lo que hasta hace unas horas era el hogar temporal de decenas de familias migrantes en la capital chihuahuense. Tras un operativo de desalojo que culminó en confrontación, el campamento ubicado en Industrial 10 y Juan Pablo II quedó reducido a ruinas humeantes.

Entre los restos calcinados se pueden observar los vestigios de vidas interrumpidas: juguetes chamuscados, ropa convertida en cenizas y utensilios domésticos destruidos por las llamas que los propios habitantes provocaron en resistencia al desalojo. Personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) trabaja arduamente en el sitio, desconectando las instalaciones eléctricas improvisadas que representaban un riesgo constante.

El propietario del terreno no perdió tiempo y ya comenzó la instalación de malla ciclónica alrededor del perímetro, mientras la cinta amarilla de las autoridades advierte sobre la prohibición de acceso. Las condiciones en que vivían los migrantes quedaron expuestas: botellas utilizadas como recipientes sanitarios y desperdicios diversos evidencian la precariedad de su situación.

Perros abandonados deambulan entre los escombros, testigos silenciosos del caos nocturno que dispersó a sus dueños por la zona. Algunos de los habitantes del campamento encontraron refugio temporal en el albergue cercano a la Feria de Santa Rita, pero el paradero de muchos otros continúa siendo incierto.

El Instituto Nacional de Migración (INM) y autoridades locales mantienen vigilancia en el área mientras avanzan las labores de limpieza. Este incidente marca otro capítulo en la crisis migratoria que enfrenta Chihuahua, dejando tras de sí preguntas sobre la gestión de estos asentamientos y el destino de quienes buscan una vida mejor lejos de sus países de origen.