Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

En el corazón de la Plaza de Armas de Chihuahua, un lugar impregnado de historia y tradición, se encuentra Francisco Rascón Montoya, conocido cariñosamente como «Paco el bolero». Con 76 años de vida y 56 años dedicados a su oficio, este hombre es más que un bolero; es un testigo viviente de los cambios y transformaciones que han ocurrido en esta emblemática plaza y en la ciudad misma.

En una cálida conversación con «Paco el bolero», se despliega un tapiz de recuerdos y experiencias que dan vida a la rica historia de la Plaza de Armas. Entre risas y anécdotas, Francisco recuerda los días en que calles como la Segunda, la Independencia, la Libertad y la Victoria conformaban el entramado vial del área. Las imágenes de una época pasada vuelven a cobrar vida mientras comparte cómo eran utilizadas estas calles por comerciantes y transeúntes.

El relato de Francisco no solo recoge los cambios urbanos, sino que también nos lleva al corazón de su oficio. A lo largo de sus décadas como bolero, ha tenido el honor de bolear a personalidades políticas y artistas que han cruzado su camino. Nombres como Mario de la Torre, José Luis Caballero, Enrique Álvarez Félix y a Maru han compartido charlas mientras sus zapatos recibían cuidado y brillo.

Sin embargo, lo que más destaca en la conversación con «Paco el bolero» es su arraigo a la Plaza de Armas. Aquí, observa a la gente pasar, intercambia palabras con los turistas y comparte momentos con políticos que se dirigen al Palacio Municipal. Este espacio se ha convertido en su hogar, un lugar de trabajo y un escenario donde ha sido parte de la vida de muchas personas a lo largo de las décadas.

Junto a sus hijos, Francisco continúa su labor con orgullo y pasión. La esquina del Palacio Municipal se convierte en el centro de historias compartidas, anécdotas y, por supuesto, brillantes zapatos. La historia de «Paco el bolero» es un recordatorio de cómo las voces de experiencia pueden enriquecer y mantener viva la esencia de los lugares icónicos de la ciudad.

El origen del Día del Bolero se remonta al 2009, cuando un grupo de boleadores en la Ciudad de México propuso establecer una fecha especial para conmemorar su oficio. La elección del 25 de agosto coincide con el día en que se celebra a San Luis Rey de Francia, considerado el patrono de los boleros. Desde entonces, esta jornada se ha convertido en una oportunidad para destacar la importancia de este oficio en la identidad urbana y cultural de México.

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