*De fiesta la ciudad: además se celebra el Día de la Raza o Descubrimiento de América y el gobierno itinerante de Benito Juárez García

En 1707 sucedió el primer denuncio minero en Santa Eulalia, dando origen en 1709 a la fundación de lo que hoy es la ciudad de Chihuahua, que originalmente se llamó San Francisco de Cuéllar y más tarde San Felipe El Real de Chihuahua.

El origen de la ciudad comenzó con el descubrimiento de las cercanas minas y fundación de la población de Santa Eulalia en 1652 por el capitán español Diego del Castillo, sin embargo; debido al clima y los constantes ataques de los indígenas la explotación se suspendió y Santa Eulalia permaneció varios años deshabitada. Unos cincuenta años después, en 1707, se hicieron descubrimientos mineros de mayor riqueza, lo que llevó al inmediato poblamiento de Santa Eulalia y a su prosperidad.

El fundador de la ciudad, Antonio Deza y Ulloa.

Sin embargo, Santa Eulalia está situada en medio de una serranía y lo difícil del terreno obstaculizó la construcción y expansión de la ciudad; debido a ello, cuando en 1709 el gobernador de la Nueva Vizcaya, Antonio de Deza y Ulloa, con la instrucción de fundar la cabecera del Real de Minas visitó la población, resolvió convocar a 16 vecinos notables (mineros, comerciantes, funcionarios de gobierno y sacerdotes) para resolver con ellos la conveniencia de constituir a la propia Santa Eulalia en la cabecera del Real de Minas o de fundar para ellos una nueva población en el cercano valle donde confluían los ríos Chuvíscar y Sacramento.

El 12 de octubre de 17097​ se llevó a cabo la votación de los notables sobre la fundación del Real de Minas, ocho de ellos se manifestaron porque se situara en la propia Santa Eulalia, mientras los ocho restantes lo hicieron por la fundación en el valle. Ante el empate, el gobernador Deza y Ulloa intervino con su voto de calidad manifestándose por la fundación de la población en el valle de la junta de los ríos; de esta manera se considera a esa fecha como la fundación oficial de Chihuahua y a Antonio Deza y Ulloa como su fundador. El nuevo Real de Minas fue fundado con el nombre de Real de Minas de San Francisco de Cuéllar en honor del entonces Virrey de la Nueva España, Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, 10.º. Duque de Alburquerque y Marqués de Cuéllar.

Colonia

El crecimiento del Real de Minas, impulsado por las minas y actividad de las haciendas que lo rodeaban continuó durante la colonia; debido a ello el 1 de octubre de 1718, se erige al Real de San Francisco de Cuéllar en Villa, con el nombre de San Felipe el Real de Chihuahua; San Felipe en honor al rey Felipe V de España y siendo utilizado por primera vez el nombre de Chihuahua. En esta época es que también se resuelve la construcción de un templo parroquial digno para la villa, con ese objeto, el ayuntamiento resolvió imponer un impuesto especial a la plata extraída de las minas de Santa Eulalia y con ello se construyó el templo que hoy es la Catedral de Chihuahua. Para el año de 1786 la Villa de Chihuahua era una Alcaldía Mayor y el 1 de abril de 1797 se levanta el primer censo en la ciudad de Chihuahua por Fructuoso Simón de Herrera con el siguiente resumen: 324 hombres, 396 mujeres, total 720 habitantes.

En el siglo XVIII se construyó en la ciudad un acueducto con arcos de cantera que vertía agua en una fuente en la plaza principal. Después fueron apareciendo casas elegantes, algunas con viguerías trabajadas con ricas maderas traídas de la sierra; estas casas tenían huertos con árboles frutales y hortalizas, gallineros y ganado menor. Los mineros ricos como los Irigoyen y Carbonel, decoraron sus mansiones con lujosos muebles, magníficas pinturas, vajillas de plata y bellas porcelanas. En el nombre del rey de España llegaban los visitadores para investigar la moralidad y la justicia de los reinos y para cobrar los impuestos. Leían heraldos por las calles, que promulgaban el buen trato a los indígenas; A pesar de esto los confinaban y restringían su libertad, quedando siempre bajo el dominio de los españoles, criollos y mestizos. Con esa mezcla de razas se fue escribiendo, a través de los siglos, la historia de la capital. Como en otras partes del México norteño, los peregrinos católicos influyeron grandemente en la era colonial, y la ciudad se convirtió en un punto de reunión para peregrinos que iban en camino de La Sierra, una región montañosa en la cual los indígenas todavía no se habían convertido al catolicismo.

Así mismo fue construido en la ciudad de un Colegio dirigido por la Compañía de Jesús, que construyó un sólido edificio en el extremo este de la villa, posteriormente y tras la expulsión de los jesuitas, el edificio del colegio fue utilizado como cuartel, cárcel y casa de moneda.

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