Jorge comparte su experiencia musical con la comunidad indígena
Nota y fotos por: Silver Juárez Arce
Entre el bullicio del centro histórico, en el Paseo Libertad, un hombre de avanzada edad afina su violín mientras un músico rarámuri lo escucha con atención. Se trata de Jorge, un violinista con 35 años de trayectoria, quien hoy compartió su experiencia con un compañero indígena interesado en aprender el instrumento.
“Llevo 35 años tocando el violín”, comentó Jorge, quien reconoció que su instrumento, de marca china, cumple con su propósito: “Hacen cosas buenas, aunque algunas sean malonas”. Su rutina, aunque afectada por problemas de salud en las piernas, lo lleva a practicar en el transporte público dos o tres días a la semana. “Agarro el vivebus y en el camino voy tocando”, explicó, mientras ajustaba las cuerdas de su violín.
Con un estilo autodidacta, Jorge aprendió música desde los 16 años, dominando primero el acordeón y los teclados. “Ya sabiendo una música, se facilita otro instrumento, porque traes el oído y conoces las notas”, aseguró. Sin embargo, advirtió que el violín es el más complejo: “No lo digo yo, lo dice gente muy experta”. Aun así, su sonido clásico atrae a quienes pasan por la zona, donde es común ver a músicos rarámuris interpretando melodías por algunas monedas.
Sobre los tarahumaras que tocan en la calle, Jorge fue sincero: “No saben. Con eso amanecen, con lo poco que les enseñan”. Él, en cambio, sí imparte clases. “Tengo alumnos”, dijo, y compartió su número (614-595-3326) para quienes deseen aprender. “El violín le da sabor a la música, y a mucha gente le gusta”, concluyó antes de retomar su práctica bajo el sol de la tarde.
La escena, repetida en este corredor cultural, refleja la mezcla de tradiciones y el esfuerzo de quienes mantienen viva la música en las calles de Chihuahua.
