Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

En el campamento de migrantes ubicado en la intersección de Juan Pablo II y Calle 57, al sur de la ciudad de Chihuahua, las condiciones climáticas han exacerbado la difícil situación que enfrentan los migrantes venezolanos. Con el termómetro registrando intensos 37 grados, se ha vuelto un desafío para ellos encontrar maneras de mantenerse hidratados y frescos.

Luis Enrique Jordano González, uno de los migrantes, fue visto hoy sábado tomando agua de los contenedores del campamento, sin certeza sobre su potabilidad. “Estoy tomando agua para regar poquito y no se levante polvo y para tomar. Llené dos botellas de agua para tomar”, compartió Jordano González.

Cuando se le preguntó si el agua era segura para beber y si les hacía daño, respondió: “Pues no, aunque nos hiciera daño, como no tenemos dinero para estar comprando agua, como venimos llegando, tenemos que tomar esa agua”.

La necesidad de hidratarse en medio de este calor extremo ha llevado a los migrantes a recurrir al agua disponible en el campamento, a pesar de no estar seguros de su calidad. Jordano González comentó que llena sus botellas de agua diariamente, una rutina esencial para enfrentar el calor abrasador de la región.

La falta de recursos económicos y la incertidumbre sobre la calidad del agua ponen en riesgo la salud de estos migrantes, que ya enfrentan múltiples desafíos en su travesía hacia la frontera con Estados Unidos. La comunidad local y las autoridades están llamadas a prestar atención a esta situación y brindar el apoyo necesario para mejorar las condiciones de vida de los migrantes en estos campamentos.