Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce
En un día que debería ser de celebración y alegría para los niños, la realidad de algunos menores migrantes venezolanos en Chihuahua revela una dura lucha por la supervivencia. Este martes por la mañana, en la calle Libertad del centro de Chihuahua, unas niñas venezolanos fueron vistas tratando de ganar algo de dinero vendiendo mazapanes.
Mientras otros niños participan en actividades como tomar protesta como funcionarios por un día, estos niños venezolanos están preocupados por cuestiones mucho más urgentes: la búsqueda de un futuro mejor y la lucha diaria por sobrevivir.
Durante un encuentro con un juez en la calle, se revelaron algunos detalles sobre la difícil situación de estos niños migrantes. Se confirmó que la niña, Jessica, de apenas dos años de edad, es parte de una familia que ha dejado atrás a cuatro hijos en Venezuela. El padre, Gerardo Antonio, junto con su esposa e hija más pequeña, han emprendido el peligroso viaje hacia la frontera con la esperanza de cruzar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
En medio de la conversación, se hizo evidente la angustia y la incertidumbre que enfrentan estas familias migrantes. Mientras luchan por reunirse con sus seres queridos y buscar un futuro más seguro, recurren a la venta de mazapanes como una forma de sobrevivir en un entorno desconocido y hostil.
El migrante venezolano instó a la gente a apoyar a estas familias comprando sus productos y brindándoles ayuda en su difícil situación, «No todos somos malos» dijo.
En un mundo donde la compasión y la empatía a menudo son eclipsadas por la indiferencia, este encuentro sirve como un recordatorio desgarrador de las realidades que enfrentan los niños migrantes y sus familias en busca de un futuro mejor.
En este Día de los Niños, mientras algunos disfrutan de privilegios y oportunidades, otros luchan por la esperanza y la supervivencia en un mundo lleno de adversidades.
