Search for:
  • Home/
  • Chihuahua/
  • Ocho quimios, 25 radiaciones y mucha fe: la historia de la maestra Mariana, una sobreviviente del cáncer

Ocho quimios, 25 radiaciones y mucha fe: la historia de la maestra Mariana, una sobreviviente del cáncer

Nota y fotos por: Silver Juárez Arce

“Lo vencí”, afirma con determinación la maestra Mariana, quien en agosto del año pasado recibió un diagnóstico que cambió su vida: cáncer hormonal. Todo comenzó con un dolor intenso en el brazo y el cuello, acompañado de una bolita detrás del pecho que, tras una mastografía, reveló la presencia de un tumor. “Me despertaba en la noche llorando del dolor”, recuerda.

El cáncer se esparció rápidamente, pero Mariana actuó con rapidez. Aunque inicialmente dudó en buscar atención médica por miedo, finalmente se sometió a una mastectomía y a un tratamiento agresivo que incluyó 8 sesiones de quimioterapia y 25 de radiación en el Hospital General de Chihuahua. “Me quemaron mucho, todavía tengo secuelas”, comenta, pero con una sonrisa añade: “Después de unos meses, me hicieron otra mastografía y salí bien. Ya no tenía nada”.

El camino no fue fácil. Perdió su cabello tras la primera sesión de quimioterapia, enfrentó efectos secundarios como dolor en las articulaciones y huesos, y tuvo que tomar una pastilla anti hormonal que cuesta cerca de 4,700 pesos mensuales. Aunque el Seguro Social a veces la provee, ha tenido que comprarla hasta en tres ocasiones. “Es mi salud, no puedo suspenderla”, afirma.

Un mensaje de esperanza y prevención Mariana hace un llamado a todas las mujeres: “Que se revisen a tiempo. Que no les dé pena ni miedo. Yo perdí el pecho por abstenerme de ir al médico”. Su consejo es claro: “Es mejor hacer las cosas antes, porque después es muy difícil”.

El baile como terapia Durante su tratamiento, Mariana encontró consuelo en el baile. Como fundadora del grupo “Pachuco, de Chihuahua, mi barrio”, junto con Sergio Boy y Mix Mendoza, siguió asistiendo a la Plaza de Armas incluso con el “tren” (drenaje postoperatorio). “Venía a bailar con un saquito que me lo tapara. Eso me sostenía, me ayudaba a no deprimirme”, confiesa. El baile no solo le permitió mantener su autoestima, sino también superar los momentos más difíciles.

Hoy, con el pelo creciendo de nuevo y una actitud positiva, Mariana sigue adelante. “Me siento bien, aunque las secuelas de la pastilla aún me afectan”, dice. Su historia es un ejemplo de fortaleza, resiliencia y la importancia de la detección temprana.