Redacción y fotografía: Silver Juárez

En el Mercado Popular, un pequeño detalle pasa desapercibido entre la actividad diaria: un agujero en una de las paredes del edificio colindante. Aunque a simple vista parece solo una fisura en una vieja estructura, la realidad es que ese agujero representa un riesgo latente para los comerciantes y visitantes del lugar.

“Pues no se cayó… lo tiraron”, comenta Concepción González, cuya tienda se encuentra justo al lado de este lote baldío. La preocupación de los locatarios no es infundada. Aunque la pared de su negocio es de bloc, el agujero en el edificio vecino deja en duda la estabilidad de la construcción. “No miedo, pero sí hay que tener precaución”, admite Concepción, consciente de que cualquier eventual colapso afectaría tanto a su local como a las vidas de quienes transitan por la zona.

Además, este peligro es aún mayor ya que la pared que colinda con el Mercado Popular está muy dañada, presentando un agujero en la parte alta que atraviesa hasta el mercado. Esta situación expone a los locatarios y visitantes a riesgos que podrían evitarse con una intervención oportuna. Sería ideal que el dueño del inmueble y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llegaran a un acuerdo para derribar la estructura de una vez, antes de que ocurra un accidente.

El mercado, que es un espacio vital para la comunidad, se enfrenta así a un problema estructural que necesita atención urgente. Los locatarios, como Concepción, saben que la seguridad debe ser prioridad, tanto para su bienestar como para el de sus clientes. Mientras tanto, la amenaza de la caída del techo, aunque latente, sigue siendo parte del panorama cotidiano en el Mercado Popular.

Es imperativo que se tomen medidas antes de que ocurra una tragedia, ya que, como bien dice Concepción, “más que nada es para la gente que pasa”.