Semana Santa rarámuri 2025: Cuando la quema de Judas se convierte en un grito de identidad
Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce
Bajo el ritmo ancestral del tambor y con el cuerpo adornado de pintas blancas, los habitantes del asentamiento rarámuri El Oasis, ubicado en la colonia Martín López de la ciudad de Chihuahua, su construcción inició en 1957, cuando Ezequiel Vargas, reverendo líder de la Misión Evangelística Mexicana, consiguió el terreno en la periferia sudoeste de la ciudad de Chihuahua y levantó las primeras casas con adobe siendo el mas antiguo, celebraron este Sábado de Gloria su tradicional Quema de Judas, un ritual que mezcla la fe católica con la cosmovisión indígena. La ceremonia, que atrae tanto a miembros de la comunidad como a vecinos de la zona, reúne danzas, luchas simbólicas y la quema de una figura que representa al traidor de Jesús, en un acto que busca purificar el entorno y renovar los ciclos de vida.




Desde las primeras horas de la mañana, las familias rarámuris se prepararon para el evento. Vistiendo ropa tradicional mujeres con blusas de colores y faldas amplias, hombres con taparrabos y pañoletas, pintaron sus cuerpos con diseños blancos, un símbolo de pureza y conexión con sus raíces. La comunidad, integrada por alrededor de 600 personas, participó activamente: algunos colaboraron en la elaboración del Judas, un muñeco de trapo que debería tener forma de lagarto pero en esta ocasión va vestido de “Pikachu” un personaje japonés de las caricaturas, mientras otros organizaron las competencias de lucha tradicional (najarapuami) o prepararon alimentos como tortillas, frijoles y sopa de res para compartir.





La figura de Judas Iscariote, adoptada del catolicismo, fue adaptada por los rarámuris para representar la lucha entre el bien y el mal. “Para nosotros, quemarlo no solo es recordar la traición a Jesús, sino limpiar lo negativo y pedir buenas cosechas a Onorúame (Dios)”, explicó uno de los organizadores. La quema se realizó en la cancha del asentamiento, tras horas de danzas donde grupos de pintos y fariseos personajes que encarnan fuerzas opuestas ejecutaron movimientos al compás de cantos en su lengua materna.
El ritual culminó con la bendición de alimentos y bebidas, incluido el tesgüino, una bebida fermentada de maíz. Aunque el ambiente fue festivo, algunos asistentes mencionaron el consumo excesivo de alcohol como un problema recurrente. Pese a ello, la comunidad destacó la importancia de preservar la tradición: “Esto nos une y enseña a los jóvenes quiénes somos”.





La celebración, que se extiende hasta el Domingo de Resurrección, cobra relevancia en un contexto donde muchos rarámuris han migrado a la ciudad debido a la violencia o la falta de oportunidades. El Oasis, como otros asentamientos en Chihuahua, se erige no solo como un espacio de resistencia cultural, sino como un puente entre dos mundos: el urbano y el indígena. Aquí, la Quema de Judas no es solo un acto religioso, sino un recordatorio de que, para los rarámuris, la tierra, la comunidad y la espiritualidad siguen siendo pilares inquebrantables.