Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

Tras una de las noches más frías del invierno, visitamos a Magdalena Parísio Navarro en su modesta vivienda construida con láminas, madera y cartón, ubicada en las faldas del Cerro Coronel, donde cuida a tres niños huérfanos sin acceso a servicios básicos.

“No tenemos calentón, nada. Nos tapamos con cobijas”, relata Magdalena desde su casa ubicada en la calle Ponce de León 5903, en la Ampliación Lealtad 1, la última vivienda del sector que colinda con el cerro, donde el frío se intensifica por su ubicación elevada.

La historia de Magdalena tomó un giro trágico hace seis años, cuando su hija y el esposo de esta fueron asesinados, dejando tres niños bajo su custodia. El menor apenas tenía un año cuando ocurrió la tragedia. Actualmente, los menores tienen 14, 13 y 7 años.

En el pequeño terreno, además de la vivienda improvisada, conviven con un perro de raza chihuahua y una burrita llamada Martina, que fue un regalo para el menor de los niños, quien “le gustan mucho los animalitos”, según comparte la abuela.

Sin agua ni electricidad, la familia debe acarrear el vital líquido desde un punto lejano. Los niños actualmente no asisten a clases debido al intenso frío, situación que se agrava por las condiciones de su vivienda, donde las paredes de lámina y cartón apenas los protegen de las bajas temperaturas.

“Es bien helado, no calienta nada”, explica Magdalena, mientras señala las improvisadas paredes de su hogar que fueron construidas gracias a la ayuda de algunos medios de comunicación que previamente documentaron su caso.

La situación de la familia Parísio es un reflejo de la precariedad que enfrentan numerosos habitantes en la ciudad, donde la falta de servicios básicos y vivienda digna se vuelve especialmente crítica durante la temporada invernal.