Nota y Fotos por: Silver Juárez Arce

Mientras gran parte de la ciudad de Chihuahua se sumergía en las celebraciones del Día de las Madres, con restaurantes repletos y un ambiente festivo, otra realidad se hacía presente en las calles del centro histórico. Madres rarámuri, ataviadas con sus coloridas vestimentas tradicionales, junto a sus hijos, recorrían las aceras en búsqueda del sustento diario.

A pesar de ser un día tan especial, estas mujeres indígenas no pudieron darse el lujo de unirse a los festejos. En su lugar, continuaron con su rutina habitual, ofreciendo sus artesanías o pidiendo algunas monedas a los transeúntes para poder llevar algo de comida a sus hogares.

«Para nosotras, todos los días son iguales», comentó una de las madres rarámuri, mientras tejía un intrincado bordado en un servilleta.

Su vestimenta tradicional, con faldas largas de vivos colores y rebozos bordados, contrastaba con el ajetreo de la ciudad y las familias que paseaban alegres, cargando regalos y arreglos florales para las madres.

Aunque el Día de las Madres pasó casi desapercibido para ellas, su fortaleza y su compromiso con el bienestar de sus familias eran un recordatorio de que la maternidad trasciende fechas y celebraciones. En las calles del centro de Chihuahua, estas madres rarámuri demostraron que el verdadero amor de una madre se manifiesta en los actos cotidianos y en la preservación de las tradiciones ancestrales.

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