Juana Escutia, sentido norte-sur.
Una Captiva azul, reciente y sin control, se lanza a velocidad excesiva. El volante pierde al conductor, el poste pierde la vertical. El obrero público pierde la tarde.

El vehículo brinca de carril como si el pavimento fuera opcional. Impacta de frente contra un Spark gris y un Tida blanco. Resultado: una persona atrapada, el error torcido, la urgencia activada.

Cruz Roja, rescate urbano, paramédicos de urgencia. Liberan a la víctima con llamadas de vida. La trasladan al hospital. El periférico queda en pausa: caos vehicular en ambos sentidos, daños materiales, y una lección que no se aprende.

Esto es cotidiano. Esto es periférico.
Esto es juventud con volante y sin freno.


“La velocidad no mata, dicen. Pero el poste, el Spark y el Tida opinan distinto.”