Escribo luego existo: Carta de una filósofa a su novio
Rafael Soto
Querido Jean-Edmundo:
Me he dado cuenta que eres un ABSOLUTO fracaso. Un EIDÉTICO bueno para NADA. Me aseguraste que tenías un gran MÉTODO FENOMENOLÓGICO, pero fue mentira. Y ya me lo confesó tu madre: es la herencia genética de tu señor padre. Por eso tienes una NOEMA pequeñísima. Ahora lo entiendo. Por eso fingías que no tenías CONCIENCIA de lo TRASCENDENTAL que era para mí que tú y yo dejáramos atrás todo prejuicio y llegar hasta donde se debe: al templo de EPOKHÉ aunque nos hubieran acusado de NOÉTICOS. Pero por tu estado NOEMÁTICO nunca pudiste hacerme nada porque lo tuyo es pura DOCTRINA DE LA APARIENCIA. Y fue lo mejor –finalmente- porque si hubiese sido lo contrario nuestro hijito hubiese sido un real FENÓMENO que ni en el hospital del DOCTOR HUSSERL lo hubiesen querido atender. Durante el tiempo que duró nuestro noviazgo, no pudiste pasar del PSIQUISMO a lo que es realmente TRASCENDENTAL y te quedaste en el puro IDEALISMO por más que yo te insistí en alcanzar finalmente el estado de INTERSUBJETIVIDAD. Total, siempre fuiste un FILÓSOFO DE LA SOSPECHA. Por eso me lo decía mi mamá: que eras pura CRISIS DE LA FILOSOFÍA y que en CONCIENCIA ESENCIALMENTE INTENCIONAL no tenías buenos propósitos.
Por lo anterior, dado el CONFLICTO ENTRE EL SER Y EL APARECER que me has hecho ver, hemos terminado.
Ya no tuya
Srita. Martin-a Levinas

