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La batalla por el Senado: Alcalde y Brugada disputan a Adán Augusto el control de la Mesa Directiva

La sucesión en la Mesa Directiva del Senado ha desatado una pugna interna en Morena que trasciende lo legislativo: es una disputa por el poder simbólico y operativo dentro del partido gobernante. Mientras Adán Augusto Lópezenfrenta cuestionamientos por su pasado en Tabasco,Luisa María Alcalde y Clara Brugadamaniobran para colocar a sus respectivas aliadas en la presidencia senatorial que dejará vacante Gerardo Fernández Noroña.

La disputa por la presidencia de la Mesa Directiva del Senado ha dejado de ser un simple relevo legislativo. Se ha convertido en un espejo de las tensiones internas que atraviesan a Morena, el partido que gobierna México, y en una muestra clara de cómo el poder se redistribuye cuando los liderazgos se erosionan. En el centro del conflicto: Adán Augusto López, quien enfrenta no solo una pérdida de influencia, sino una crisis de legitimidad.

Adán Augusto: de operador a lastre. Durante años, Adán Augusto fue considerado uno de los hombres más cercanos al presidente López Obrador. Su paso por la Secretaría de Gobernación lo consolidó como operador político, y su llegada al Senado como presidente de la Junta de Coordinación Política parecía confirmar su permanencia en el círculo de poder. Sin embargo, la denuncia contra Hernán Bermúdez Requena —su exsecretario de Seguridad en Tabasco, acusado de liderar el cártel deLa Barredora— ha cambiado el juego.
La acusación no es menor: implica vínculos directos entre estructuras estatales y el crimen organizado. Aunque Adán no ha sido formalmente imputado, el caso ha debilitado su capacidad de maniobra. En un partido donde la imagen pública y la narrativa moral son esenciales, el escándalo lo ha convertido en un actor incómodo.


Tres mujeres, tres proyectos de poder. La sucesión en la Mesa Directiva ha abierto una ventana para que otros liderazgos disputen el espacio que Adán ya no puede controlar. Tres candidatas encarnan tres proyectos distintos:

  • Laura Itzel Castillo, promovida por Luisa María Alcalde y respaldada por Noroña, representa el ala institucional y progresista del obradorismo. Su cercanía con Claudia Sheinbaum la convierte en una figura de continuidad con el proyecto presidencial.

  • Verónica Camino Farjat, apoyada por el bloque adanista, es la apuesta por la permanencia burocrática. Su experiencia en la Mesa Directiva y el respaldo de senadores pragmáticos la hacen competitiva, aunque su vínculo con Adán podría ser un lastre.

  • Guadalupe Chavira, impulsada por Clara Brugada, encarna el obradorismo territorial. Su trayectoria como operadora en Milpa Alta y su cercanía con Rigoberto Salgado la posicionan como representante de las bases movilizadas.
Este triángulo revela que Morena ya no es un partido monolítico. Es una coalición de liderazgos que compiten por espacios, narrativas y legitimidad.
    ¿Qué está en juego?
    La presidencia del Senado no solo define quién modera los debates legislativos. Es una plataforma de visibilidad, influencia y proyección. En un contexto donde Morena se prepara para redefinir su estructura rumbo a 2027, cada nombramiento cuenta. La disputa actual es también una pugna por el relato: ¿seguirá Morena siendo el partido de la transformación o se convertirá en una maquinaria de poder sin cohesión ideológica?
    Prospectiva: ¿fractura o reacomodo?
Si Adán Augusto pierde esta batalla, será el inicio de su ocaso político. Pero si logra imponer a Verónica Camino, podría recuperar algo de terreno. En cualquier caso, el proceso revela que la 4T ya no tiene un liderazgo único. La fragmentación interna es evidente, y aunque aún no hay ruptura, sí hay reacomodo.
    La pregunta de fondo es si Morena logrará institucionalizar sus diferencias o si estas terminarán por erosionar su capacidad de gobernar. El Senado, en este contexto, es solo el primer escenario de una disputa que apenas comienza.
    La imagen muestra las principales figuras, sus alianzas, tensiones y zonas de influencia dentro del partido:
  • Adán Augusto López aparece como un actor central pero debilitado, vinculado a tensiones regionales y alianzas fallidas.

  • Luisa María Alcalde y Claudia Sheinbaumestán conectadas por una coordinación directa, representando el núcleo institucional del partido.

  • Clara Brugada lidera el bloque territorial, con vínculos operativos en la Ciudad de México.

  • Gerardo Fernández Noroña actúa como puente entre los bloques, defendiendo públicamente a Adán pero alineado con Alcalde.

  • Se incluyen figuras como Rocío Nahle y Miguel Ángel Yunes Márquezpara ilustrar las tensiones regionales y los intentos de expansión de Adán.

Reflexión
Morena enfrenta el reto de institucionalizar sus diferencias sin perder cohesión. La presidencia del Senado será un termómetro de esa capacidad. Lo que está en juego no es solo un cargo legislativo, sino el relato de quién tiene el control del partido que gobierna México. Morena ya no es un partido, es una serie de Netflix: traiciones, alianzas improbables, y un protagonista caído en desgracia que aún cree tener el guion. ¿Quién se queda con el Senado? Depende de quién tenga más capítulos por grabar.

Por [César Olvera]
Ciudad de Chihuahua, agosto de 2025