Todo acto político obedece a las Leyes de Newton, las cuales han servido para explicar y describir el movimiento.

El debate: un mal presagio para Andrés Manuel

Sheinbaum, en sus intervenciones, no le quemó incienso al inquilino de palacio ni reconoció su “legado histórico y trascendental”. Gran pecado. Tampoco defendió lo indefendible: la corrupción de los “hijos presidenciales”.

El arremedo de presidente, al final de su sexenio, está desilusionado, preocupado también molesto
Su lenguaje corporal no miente. La decepción tiene que ver con sus pésimos y maltrechos aliados: Dante Delgado y Jorge Álvarez Máynez. Su contubernio con ellos, que linda en los terrenos de la ilegalidad, misma que no está funcionando, o cuando menos, no como él lo esperaba.




Claudia Sheinbaum, de gallo incondicional, a decepción que en suma da preocupación: en el primer debate no lo defendió en la forma y manera en que él esperaba. Tan solo se limitó a quitarse los ataques de verdad, a defenderse en el silenció; A pesar de las circunstancias, en el poco tiempo con que contó, tiró algunos golpes.

No se atrevió a defender al Inquilino de palacio  y, mucho menos, de sus cómplices.
Ella, como era de esperarse, salió con su domingo siete, diría mi abuela: habló de sus logros; no sacó la cara por ése a quien ahora ve como su exjefe; no entrego el cuerpo y alma en su defensa; tampoco protegió, ni en la medida de lo posible y mucho menos de lo esperado, de quien suele su amo y dueño en la mal llamada Cuarta Transformación.

A López no le faltan razones para estar preocupado, sin embargo, le sobran para estar decepcionado de los que ahora confía.

Obvio, por haber pasado sus mejores tiempos, Andrés, en el debate, no fue el actor principal. No tenía por qué serlo. El elenco y el texto de la obra han cambiado; todos, menos él, están enterados y de acuerdo con ello.

Se observa que Obrador estuvo al pendiente del desarrollo del debate; tal vez lo hizo con el fin de ver si Claudia y Álvarez Máynez, su candidata perniciosa y comparsa, respectivamente, reconocían su legado histórico y lo defendían.




Oh decepción: no hubo tal, como lo he dicho, se dedicó a quitarse los porrazos y a mal atacar; solo mostro los dientes de la traición y a fingir participar en el debate.

También Xóchitl lo defraudó: no lo atacó como él esperaba y, a juicio de muchos, como se lo merecía, el gobierno de IV.

Todo esto a lastimado al Tirano de palacio; quedó más que frustrado de los dos. No hicieron lo que él esperaba.

Dante Delgado, el traidor a la democracia, patrón y mentor de Álvarez Máynez, a estas alturas, ya no es el lacayo o perro bailarín del arremedo de presidente.

¡AMLO hará lo propio con Claudia, a quien hasta el domingo 7 consideraba su incondicional!

De Xóchitl debe estar satisfecho; esperando recibir de ella más ataques a su persona, a su familia y a su legado; para así ser el mártir que suele ser, por una mala coordinación de sus preparadores no se logró la expectativa, más aun los errores y omisiones en que ha incurrido.

La señora X se quedó corta en éste y en otros renglones. En ese sentido AMLO salió casi intacto, es decir, sin daño en su mal gobierno y bien librado a pesar de su pésimo desempeño.

Supuso que el clon, hablaría de sus grandes realizaciones: La Refinería de Dos Bocas (Sobreprecio de 500%), del aéreo-puerto (AIFA) Felipe Ángeles (Sobreprecio del 400%) y del ferrocarril peninsular (Sobreprecio 300%); se equivocó.

Xóchitl, en cambio, con medida, recordó sus grandes fracasos: La inseguridad, la corrupción, la educación deficiente y por si algo falto la insalubridad.

La ternurita de Claudia esperaba que se olvidara el accidente de la Línea 12 del Metro, la tragedia del Rébsamen y su negligencia frente al covid.

Xóchitl le recordó la falta de mantenimiento que motivó el accidente; la ausencia de supervisión de los planos del edificio que se colapsó y su actuar criminal por pretender curar la epidemia con medicina para combatir los pediculus capitis: los piojos.

Claudia, en sus intervenciones, no le quemó incienso a AMLO ni reconoció su “legado histórico y trascendental”. Gran pecado. Tampoco defendió lo indefendible: la corrupción de los “hijos del tirano presidencial”.




Grave error. Todo apunta en el sentido de que hay mal presagio y de que se avecinan tiempos difíciles para la familia presidencial y para la candidata del partido oficial. Para ésta, olvídense del apoyo irrestricto.

López Obrador, del debate, no obtuvo la seguridad de que su corcho-lata, llegado el momento, sacará la cara por él y sus vástagos. Los demás: hermanos, parientes, amigos y partidarios no importan.

No vislumbró un atisbo de defensa de la 4T y de su persona. Recibió lo que enseño en su gobierno, a restar y a dividir, su alfil no sabe sumar ni multiplicar

Discrepo con algunos comentaristas o especialistas. En el debate no hubo vencida ni vencedora. Ése es mi punto de vista, para un debate se requerían de dos contendientes, por ahora solo se trató del primer round exploratorio; las participantes tan solo expusieron propuestas, que intentar una ofensiva hecha y derecha. Se quitaron los golpes y expusieron su poder de fuego. Hasta ahí.

Hay algo cierto: no falta mucho tiempo para que, contrariamente a lo que él esperaba, veamos a un Andrés Manuel López Obrador tirado en el basurero de la historia, a donde van a parar las cosas inútiles, deleznables o inservibles. Será el sitio que se ganó a pulso por haber intentado destruir, en su beneficio, las instituciones públicas.

En todo este embrollo, con la presentación y defensa de las reformas a la Ley de amparo, que destruiría la institución y el Estado de derecho y de amnistía, que privaría al Congreso de una facultad que legalmente le corresponde, Ricardo Monreal Ávila ha alcanzado gracia ante los ojos de AMLO. Los astros comienzan a alineársele favorablemente. Aguas, Claudia, hay un pitcher relevista calentando en el bullpen.

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