El crimen vigila a Grecia Quiroz en Uruapan
La escena parecía rutinaria: entrega de nuevas unidades de transporte público en una plaza comercial de Uruapan. Sin embargo, la presencia de Grecia Quiroz, alcaldesa recién asumida tras el asesinato de su esposo Carlos Manzo el 2 de noviembre, y del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, convirtió el acto en un escaparate de tensiones políticas y criminales.
De acuerdo con información confirmada por la Secretaría de Marina, un presunto “halcón” —operador de vigilancia del narco— logró infiltrarse en el área destinada a medios de comunicación, pese al despliegue de seguridad federal. La detección obligó a cerrar perímetros y reforzar la custodia con al menos 15 elementos armados de Semar y Guardia Nacional, quienes rodearon a la alcaldesa y al gobernador Debate.
Violencia y poder
La aparición de un “halcón” en un evento oficial no es un hecho aislado. En Michoacán, los grupos criminales han perfeccionado su estrategia de infiltración y control territorial, utilizando jóvenes como vigías para reportar movimientos de autoridades y rivales. La presencia de estos operadores en actos públicos refleja la capacidad del crimen para desafiar al Estado en espacios simbólicos de gobernanza.
El caso de Quiroz es especialmente delicado: asumió la presidencia municipal tras el asesinato de su esposo, Carlos Manzo, líder político local, lo que convirtió su gestión en un blanco de advertencias y presiones. En entrevistas recientes, la alcaldesa ha reiterado que “no nos vendemos a ningún gobierno”, subrayando su intención de mantener independencia frente a partidos y poderes fácticos MSN.
El gobernador y el respaldo institucional
Ramírez Bedolla, presente en el acto, intentó enviar un mensaje de respaldo político: “No estás sola, tienes al pueblo de Uruapan y todo mi apoyo”, declaró días antes en la inauguración del Mercado Poniente Quadratín. Sin embargo, la irrupción del “halcón” expuso la fragilidad de ese acompañamiento y la incapacidad del Estado para blindar a sus representantes en zonas de alta disputa criminal.
La narrativa oficial habla de modernización, inversión y cercanía con la ciudadanía. Pero la realidad es que el crimen organizado vigila, infiltra y marca presencia incluso en actos institucionales. La imagen de un “halcón” detectado junto al gobernador y la alcaldesa es más que un incidente: es un recordatorio de que en Michoacán, la política se ejerce bajo la mirada constante del narco.
Mientras el gobierno presume nuevas unidades de transporte, el crimen ya tiene sus propios “operadores logísticos” en primera fila. La diferencia es que ellos no necesitan inauguraciones: ya controlan la ruta.

