Un estudio de la Secretaría de Salud sobre la demanda y el suministro de fentanilo revela que su uso y sus efectos perjudiciales están en aumento en México, especialmente en regiones como Baja California, Chihuahua y Sonora, que colindan con Estados Unidos, donde se registran 330 muertes diarias por esta droga.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador reconoce que el consumo de fentanilo es una realidad en México, aunque matiza que este fenómeno es moderado, está más arraigado geográficamente en el norte del país y está vinculado a la crisis de opioides que sufre Estados Unidos.

Según las conclusiones del “Informe sobre la demanda y oferta de fentanilo en México: generalidades y situación actual”, publicado por la Secretaría de Salud (Ssa), la demanda de esta droga en el país está en “crecimiento constante”.

El informe federal, que forma parte de los estudios e investigaciones del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones, vincula el problema del consumo de fentanilo entre los mexicanos con la proximidad a Estados Unidos, donde el consumo de drogas es imparable.

En cuanto al impacto en México de la crisis de consumo de fentanilo en Estados Unidos, el informe de la Ssa también señala que la demanda estadounidense del opioide “ha resultado un negocio muy rentable y lucrativo, ya que los cárteles no necesitan tierras ni trabajadores que cuiden los cultivos o esperar tiempos de cosecha, sin mencionar que la inversión económica suele ser más baja y las ganancias mucho más altas”.

Fue en 2017 cuando se detectaron los primeros casos de consumo de fentanilo en México, a través de la sustancia conocida como “China White”, que es heroína mezclada con el otro opioide.

La producción de fentanilo, tanto para uso médico y legal como para el mercado ilegal de demanda y consumo de drogas, no se entendería sin la participación de la industria química de China, que exporta la materia prima a varios países del mundo.

Las importaciones de fentanilo farmacéutico en México han disminuido en los últimos tres años, según las estadísticas de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

En términos de gramos, México importó 2,903.63 en 2021, 2,983.65 en 2022, 1,345.46 en 2023 y 0.51 gramos en lo que va de 2024; en total, 7,233.25 gramos, según la Cofepris.

“A pesar de las limitaciones en la disponibilidad de fentanilo farmacéutico en nuestro país, el uso excesivo de opioides en Estados Unidos durante las últimas décadas ha tenido importantes repercusiones en la dinámica de oferta y consumo en México”, sostiene el informe de la dependencia dirigida por Jorge Alcocer Varela.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informan que, como resultado de la gran demanda y el consumo imparable de opioides, mueren unas 330 personas cada 24 horas en la sociedad estadounidense.

En cuanto al consumo de fentanilo en México, que el gobierno federal relaciona con la crisis en Estados Unidos, se ha informado de un aumento de 2018 a 2023 en los tratamientos médicos para los consumidores del opioide, aunque nada comparable con la realidad estadounidense.

La Ssa tiene registro de 10 casos de tratamiento médico por consumo de fentanilo que se informaron en 2018, 25 más en 2019, 72 en 2020, 181 en 2021, 333 en 2022 y 430 en 2023 atendidos en Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.

El gobierno mexicano también identifica los lugares y eventos donde los asistentes tienden a consumir el opioide en diferentes formas, incluso, lo que es alarmante para la autoridad, fentanilo en líquidos.

La ruta del opioide

En relación con las “emergencias médicas” por el uso de opioides, el informe señala que durante 2023 se atendieron 218 casos en Baja California, 54 en la Ciudad de México, 47 en Chihuahua y 52 en Sinaloa.

Para evitar y controlar una crisis de salud pública más severa por sobredosis de fentanilo, varias instituciones de la Secretaría de Salud, como el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones y la Dirección General de Epidemiología, entre otros, implementaron “el uso emergente del código U94”, para un seguimiento preciso de las atenciones relacionadas con la intoxicación por fentanilo.

Desde junio de 2023 hasta enero de 2024, la Secretaría de Salud ha registrado el número de emergencias atendidas por intoxicación con fentanilo: siete en Baja California, uno en la Ciudad de México, la misma cantidad en Morelos, Jalisco, Oaxaca y Tamaulipas, dos en Quintana Roo y Sonora, y seis casos en Sinaloa.

En cuanto a las muertes por sobredosis de fentanilo, el informe del gobierno de López Obrador se basa en los datos recogidos por los registros públicos de los municipios del país y de las fiscalías para muertes accidentales y violentas.

“Según estos registros, de 2013 a 2022 se reportaron 114 muertes relacionadas con el uso de opioides en México”, expone la Ssa.

Este tipo de muertes muestra una tendencia peligrosa al alza desde 2017 hasta la fecha, resultado de una mayor demanda y consumo de drogas ilícitas que contienen fentanilo.

En este apartado, el gobierno federal informa de la muerte de 12 personas en 2017, 16 en 2018, 13 en 2019, 26 en 2020, 19 en 2021 y cuatro muertes en 2022.

“Las principales entidades con muertes fueron Sonora, con 38, Baja California, con 28, y Chihuahua, con 22”, indica el informe que también reporta muertes en Colima, Morelos, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León, Puebla y Oaxaca, que van de uno a tres muertes.

“El fenómeno del consumo de fentanilo se explica en cierta medida por la creciente oferta de este. Teniendo en cuenta que generalmente no se conoce la dimensión de la oferta de sustancias en el mercado ilegal, un referente adecuado es el volumen de incautaciones que realizan las fuerzas de seguridad para limitar los mercados”, dice el informe federal.

En paralelo al creciente consumo de fentanilo, que el gobierno de AMLO vincula con la incesante adicción a los opioides en la sociedad estadounidense, en México se observa un incremento en la intercepción y confiscación de fentanilo.

Desde 2015 hasta 2017, se decomisaron 71 kilos de fentanilo, y al año siguiente se confiscaron 341 kilogramos de la sustancia. En 2019, se incautaron 491 kilos de fentanilo ilícito, 1,242 en 2020, 2,028 kilos en 2021, 2,086 kilos en 2022 y durante 2023 se incautaron 1,848 kilos.

Según los datos recopilados por el Esfuerzo Nacional en el Combate al Narcotráfico y Actividades de Seguridad Pública, integrado por la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana y la Secretaría de la Defensa Nacional, los estados del país donde se han confiscado cargamentos significativos de fentanilo ilícito son: Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Jalisco, San Luis Potosí, Sinaloa y Sonora.

“Estos decomisos revelan las posibles rutas que sigue el tráfico de fentanilo en México, una que corre por el Pacífico mexicano e involucra a la península de Baja California, y otra ruta que posiblemente corre desde el centro del país, todas con dirección hacia Estados Unidos”, señala el informe del gobierno mexicano.

En sus conclusiones, la Secretaría de Salud sostiene que para los cárteles mexicanos que exportan fentanilo a Estados Unidos, esta es una droga ilícita de potencia extremadamente alta que les genera mayores ganancias económicas con volúmenes de producción más pequeños.

La fabricación de fentanilo y sus análogos psicoactivos es menos complicada en comparación con otras drogas, y, a pesar de lo que ha dicho el presidente López Obrador, de que en México no se produce la sustancia letal, el informe de la Secretaría de Salud destaca lo contrario.

“Se ha identificado que la producción de fentanilo puede llevarse a cabo en laboratorios clandestinos extremadamente improvisados y, ante la escasez de precursores en el mercado, pueden emplearse diversas rutas de síntesis para producir la misma sustancia”, se lee en el informe.

Frente al desafío que representa la demanda y consumo de fentanilo en México, la Secretaría de Salud subraya la necesidad de cooperación con China, país de donde provienen y se exportan enormes cantidades de precursores químicos para la fabricación del opioide mortal.

También expone que se requiere implementar medidas preventivas en las redes sociales e internet donde se promueve la demanda, venta y consumo de drogas psicotrópicas que contienen fentanilo.

Añade que la regulación de los precursores químicos que facilitan la producción clandestina ayudaría a eliminar las rutas de tráfico que utilizan las organizaciones del crimen organizado y los cárteles de México para llevar el fentanilo a Estados Unidos.



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