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Mando Único: el nuevo tablero de poder en el Edomex y la jugada de Harfuch



La presidenta Claudia Sheinbaum oficializó el Mando Único en el Estado de México, una estrategia que no solo reorganiza la seguridad pública, sino que también reconfigura el equilibrio de poder entre civiles y militares. ¿Es el principio del fin para la Guardia Nacional?

1. El anuncio que reordena el tablero

Desde el Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum confirmó lo que ya se venía cocinando desde marzo: el Mando Único policial será una realidad en el oriente del Estado de México. La medida, parte del ambicioso Programa Integral para el Oriente, busca coordinar a policías municipales, estatales, Guardia Nacional y fiscalías bajo una sola cadena de mando encabezada por Omar García Harfuch.

2. Testimonios desde el terreno

“Por fin alguien se atreve a meter orden. Aquí en Ixtapaluca los patrullajes eran un chiste”, comenta Rosa María, comerciante de Valle de Chalco.
“Pero que no se les olvide que ya vivimos esto con Peña Nieto. Y no acabó bien”, advierte Ernesto, exagente de seguridad en Ecatepec.

3. Datos y estadísticas
• 75,786 millones de pesos: inversión total del Plan Integral para el Oriente del Edomex
• 10 municipios: bajo el nuevo esquema de Mando Único, incluyendo Ecatepec, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán
• +1,500 elementos: desplegados en los Operativos Enjambre desde noviembre de 2024
• 59 funcionarios detenidos: por presuntos vínculos con el crimen organizado.

Del “Enjambre” al control total

Los Operativos Enjambre, liderados por Harfuch, marcaron el inicio de una ofensiva quirúrgica contra redes de corrupción municipal. Alcaldes, jefes de policía y funcionarios de todos los colores políticos fueron arrestados. El mensaje fue claro: la seguridad ya no se negocia con cacicazgos locales.

¿El regreso del mando civil o la militarización disfrazada?

El Mando Único representa una ruptura con el modelo descentralizado de seguridad. Aunque se presenta como una estrategia de coordinación, en los hechos concentra el poder operativo en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Harfuch, con respaldo del Departamento de Estado de EE.UU., se perfila como el arquitecto de una transición: del control militar a un mando civil con disciplina castrense.
¿Quién gana y quién pierde?


• Gana: Harfuch, que consolida su poder como coordinador nacional de seguridad.
• Pierde: la Sedena, que ve reducida su influencia operativa.
• En juego: la promesa de desmilitarizar la seguridad pública para 2028.


¡Qué alivio! Por fin alguien entendió que la mejor forma de descentralizar el poder es… centralizándolo. Y si el pasado nos enseñó algo, es que cuando concentras toda la seguridad en una sola figura, nada puede salir mal. ¿Verdad, Peña?