El Ingenio procesa 435 toneladas de azúcar por día, llegando a una producción total de 81 mil 745 toneladas.

El crimen organizado ha puesto en jaque al histórico ingeniero azucarero de Casasano, ubicado en Cuautla, Morelos. Su exigencia es clara: 50 mil pesos por cada camión que intente ingresar al ingenio. Así lo afirmó el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro Castro, durante una homilía en la Catedral de Cuernavaca.

La situación es alarmante. El ingenio de Casasano, con su rica historia centenaria, se encuentra bajo asedio. El crimen organizado no solo amenaza, sino que también cobra un alto precio por el acceso a las instalaciones. Los líderes cañeros, aquellos que se niegan a pagar, enfrentan peligro inminente.

El sábado pasado, durante mi recorrido por Cuautla, pude constatar el miedo palpable que embarga a la comunidad. La extorsión creciente e implacable afecta a todos los habitantes de esta municipalidad.

Pero no solo los ingenios están bajo presión. Las tortillerías y pequeños comerciantes también sufren las consecuencias. Imagínense: 50 mil pesos de entrada y 10 mil pesos mensuales solo para operar. Incluso la señora que vende hamburguesas no escapa al cobro de derecho de piso. Es una realidad desgarradora.

En medio de esta crisis, clamamos por la intervención divina. Dios, en su infinita misericordia, debe ayudarnos a todos. Los ingenios en Morelos son una fuente vital de empleo, y su historia se entrelaza con la de la región. Pero ahora, bajo la sombra de la extorsión, esa historia está en peligro.

Es hora de que la sociedad y las autoridades se unan para enfrentar este flagelo. No podemos permitir que el crimen organizado siga imponiendo su ley. La seguridad y el bienestar de nuestra gente están en juego. Que esta denuncia no caiga en oídos sordos. Es tiempo de actuar y proteger lo que es nuestro.