Piña utiliza el nombramiento de Zaldívar para consolidar su posición en la presidencia del máximo tribunal
Desde hace un mes la ministra Yasmín Esquivel busca reunir las voluntades necesarias para que Alfredo Ortiz Mena asuma la presidencia de la Suprema Corte en reemplazo de Norma Piña. El eje del cabildeo, es que la actual titular del máximo tribunal no tiene capacidad de negociar con la 4T para suavizar los aspectos más urticantes de la reforma judicial que propone Andrés Manuel López Obrador.
Ortiz Mena, por su parte, ha comenzado a tomar distancia de los expedientes más complicados para el gobierno. Por ejemplo, ahora no quiere votar por la inconstitucionalidad de las reformas que se votaron el 28 de abril del año pasado. Un proceso que el ministro hace algunos meses entendía plagado de problemas, pero del que ahora prefiere no opinar.
Los ministros conocen que están en el corazón del vendaval. Hasta la Corte llegó un relato bastante detallado de la reunión que tuvo la asesora de Seguridad de la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, con Claudia Sheinbaum hace un mes y medio. La emisaria de Joe Biden fue muy tajante sobre los riesgos que implicaría votar a los jueces de instancias medias e inferiores, pero, cuando le hablaron de acotar la elección solo al máximo tribunal, y bajo ciertas medidas de control, la conversación fue más amena.
Esquivel, más allá de su pragmatismo, detesta a Piña. Cuando coinciden se hablan en un tono casi amistoso, pero algo está roto entre ambas ministras. No es un tema político: Esquivel está convencida de que Piña opera en la UNAM para que allí siga con vida el asunto referido a su supuesto plagio. Una historia que no ha terminado del todo y que el rector Leonardo Lomelí tampoco tiene demasiado interés en finalizar.
El anuncio de que Arturo Zaldívar estará a cargo de la implementación reforma judicial complica la jugada de promover a Ortiz Mena porque Piña utiliza ese nombramiento para fidelizar al bloque de ministros que la mantienen en la presidencia. Piña ahora dice que con Zaldívar no se puede acordar y que Ortíz Mena no tiene el caracter necesario para hacerle frente.
Por otra parte, según cuentan en su vocalía, la titular de la Corte disfruta el hecho de que Zaldívar, que quería ser fiscal general o secretario de Gobernación, terminó por aceptar un cargo menor.
Esquivel, que también tiene una relación compleja con Zaldívar, a quien acusa de ser el autor intelectual del drama del plagio, entiende como un triunfo tener ahora de aliado a Ortíz Mena, un ministro que era cercano a Zaldívar pero que ahora juega en tándem con ella para buscar desplazar a Piña.