Roma, turista y sin culpa: el viaje personal de Noroña en plena agenda legislativa
Mientras el Senado se prepara para un periodo extraordinario de sesiones, su presidente, Gerardo Fernández Noroña, fue captado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México rumbo a Roma, en un viaje que, aunque personal, ha reavivado el debate sobre la congruencia entre el discurso de austeridad y la práctica legislativa.
El 17 de junio, una imagen comenzó a circular en redes sociales: el senador Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado, en la sala 68 de Aeroméxico del AICM. El destino, aunque no confirmado en ese momento, apuntaba a Roma, Italia. Horas más tarde, el propio legislador despejó dudas al transmitir desde el salón VIP de American Express, sin revelar detalles del viaje, pero sí anunciando que suspendería sus tradicionales videocharlas hasta el fin de semana.
La escena no tardó en generar reacciones. No era la primera vez que el senador morenista se encontraba en el centro de la polémica por sus desplazamientos internacionales. En marzo, su participación en la Conferencia Europea de Presidentes de Parlamentos en Estrasburgo, Francia, fue duramente criticada por el costo del viaje: más de 157 mil pesos, de los cuales 91 mil fueron cubiertos con recursos públicos. Aunque Noroña aseguró haber reembolsado la diferencia por volar en clase ejecutiva, el episodio dejó una estela de cuestionamientos sobre la coherencia entre su discurso y sus acciones.
Esta vez, el senador insiste en que su viaje a Roma es completamente personal y costeado con su propio dinero. “Ahora que viajo en turista, el problema es que salga del país. Es decir, que ustedes me quieren mudo, amarrado y además amordazado”, escribió en redes sociales. Sin embargo, su ausencia coincide con la sesión de la Comisión Permanente del 20 de junio, en la que se prevé convocar a un periodo extraordinario del 23 al 30 de junio.
Conclusión:
Aunque el viaje no es oficial, su sincronía con una semana clave para el Congreso ha encendido las alarmas. La defensa del legislador se centra en la legalidad del gasto, pero la crítica pública apunta a la oportunidad política y la percepción de compromiso institucional. En tiempos donde la austeridad es bandera, los gestos importan tanto como los boletos.
Porque claro, nada dice “compromiso con la patria” como una escapada a Roma justo antes de una sesión legislativa crucial. Y si es en clase turista, entonces no cuenta, ¿verdad? Total, mientras no empiece la Tercera Guerra Mundial, el Senado puede esperar. La república, también.
