Redacción por: César Olvera

El rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, se ha convertido en un símbolo de horror y dolor para las familias de personas desaparecidas en México. A pesar de las negaciones de la presidenta Claudia Sheinbaum y de algunos sectores de la sociedad, la evidencia es clara: el rancho fue utilizado como un campo de exterminio y crematorio clandestino.

Los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, como Guerreros Buscadores de Jalisco, han documentado desde marzo el hallazgo de huesos calcinados, fosas y restos óseos en el rancho. La Fiscalía General de la República (FGR) ha confirmado la existencia de estos hallazgos y ha iniciado una investigación.

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Sin embargo, la presidenta Sheinbaum ha insistido en acusar a los medios de comunicación y a los opositores de magnificar el tema para atacar a su administración. También ha cuestionado la veracidad de las imágenes y videos que muestran los hallazgos en el rancho.

Pero las madres buscadoras y los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas no se rinden. Siguen exigiendo justicia y verdad sobre lo que sucedió en el rancho Izaguirre. “Yo no vengo a un museo… yo vengo a ver si encuentro a mi hija aquí, yo vengo a ver si aquí estuvo mi hija”, dijo Patricia, madre buscadora.

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La investigación sobre el rancho Izaguirre sigue en curso, y se espera que se revele más información sobre los hechos en las próximas semanas. Pero una cosa es clara: el rancho Izaguirre es un símbolo de la violencia y la impunidad que azotan a México, y es hora de que se haga justicia.