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Reforma a la Ley de Telecomunicaciones: Un Salto hacia el Autoritarismo

La presidenta Claudia Sheinbaum se encuentra en el ojo del huracán tras presentar una reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, catalogada por críticos como un intento por controlar medios y plataformas digitales. La iniciativa, impulsada por José Antonio Peña Merino, titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), ha desatado alertas por otorgar al gobierno facultades para bloquear contenidos sin orden judicial, bajo el argumento de “evitar propaganda extranjera”.

En el programa Ciudad 2.0, los analistas Víctor y Alberto Hernández compararon la propuesta con un “Ministerio de la Verdad” al estilo de la novela 1984, advirtiendo que busca silenciar críticas al régimen. “Capturaron el poder ejecutivo, destrozaron el judicial y ahora van por los medios”, denunció Víctor Hernández durante la transmisión. Sheinbaum, sin embargo, insiste en que no hay censura: “El objetivo es que gobiernos extranjeros no difundan propaganda en México”, declaró al anunciar la posible modificación del polémico artículo 109, que autoriza el bloqueo de plataformas.

La oposición, organizaciones civiles y usuarios en redes sociales rechazan la narrativa oficial. El hashtag #LeyCensura dominó tendencias con más de 139 mil menciones en un día, mientras la ONU alertó que la iniciativa violaría acuerdos internacionales de libre expresión. Partidos como el PAN y Movimiento Ciudadano la tachan de “autoritaria”, acusando a Morena de replicar mecanismos usados en regímenes como Cuba.

En el fondo, el debate refleja un pulso entre la visión oficialista que defiende la reforma como parte de la “recuperación de atribuciones del Estado” y quienes ven un riesgo de consolidación autoritaria. Mientras Sheinbaum promete “no regresar al modelo neoliberal” tras eliminar organismos autónomos como el IFT, expertos señalan que la ATDT concentraría poder sin contrapesos, permitiendo a un solo funcionario decidir qué medios operan.

La sociedad civil emerge como principal resistencia, aunque sin fuerza legislativa para frenar la iniciativa. Analistas como Alberto Hernández cuestionan si México camina hacia un “totalitarismo”, mientras la fragmentación de partidos opositores y la falta de una narrativa común debilitan su impacto.

Con el fantasma de la censura sobre la mesa, el país enfrenta una encrucijada: ¿será esta ley un punto de quiebre para las libertades o un llamado a la defensa democrática? La respuesta, dicen las calles virtuales, está en manos de una ciudadanía que ya no se traga el discurso oficial.